CASTRATI
Cuando llegué al baile, la “orquesta” estaba descansando. Por la pinta - pelo rubio con mechas, ligeramente gordito y con simpatía sobreactuada - , además de pantalones y zapatos blancos, identifique a uno de los artistas. Besaba chicas del público, deseosas de babosear con los músicos y porque no, tirárselos si hacía falta.
Hasta ahí todo normalito: un baile de y para paletos, en el cual estaba yo, como un paleto más que soy, si hace falta. Y no pasa na.
Lo bueno, empezó cuando la orquesta comenzó a “tocar”. Merengue, salsa, bachata, pasodobles y toda la vaina. Seis o siete tipos y una chica “cantante”. Todo ok. Un, dos, tres a mover la colita y tal. Un oído no entrenado y poco exquisito no notaría nada anormal. Aunque hasta el más tonto de los palurdos, debería de darse cuen, de que aquello era el mismo rollo de play-back comercial (nadie se molesta en hacer su propio play-back) y las secuencias de toda la puta vida: el gallo que sube y se folla a la gallina, la de los ojos negros que vuelve loco a un tipo, plata, sombra, sol y su pajolera madre. Lo que se ha dado en llamar éxitos de siempre y olé.
Ningún dueño de local pachanguero se molesta en contratar a un Dj que pinche – sino algo decente, alguna otra mierda diferente por lo menos – y a la larga aburren a la peña que aún vamos sólo por mantener la ilusión de lo del polvorete. Del agarre rápido que dicen en Perú.
De repente se jode la maquinita y se lía parda. Los del escenario enmudecen todos a la vez. Algo imposible en un directo cuando se apaga la luz, pues se sigue un rato y si se para, es en plan cacharrería. Cada uno por su lado y a diferente tiempo. Nuestro amigo “El mechas”, que resultó ser el jefecillo pide perdón. Balbucea unas disculpas burdas y retoman la fiesta. A peor. Porque aquello funciona un minuto más y luego se vuelve a joder. Más disculpas y un remiendo cantado por encima de no se que parte de la secuencia. Por cierto desafinando como perras y cantando como el mismísimo culo. Al final después de diez minutos de bochorno se arreglo el asunto y los pájaros siguieron “actuando”.
Por supuesto se enteró hasta el último gañan de la metedura de pezuña. Las señoras más puestas en el tema musical llegaron a comentar: “Claro como lo hacen por ordenador, ¡Vaya cara!”.
Efectivamente la entrada era cara, para haber pedido la devolución. Pero en Portugal semos así pa, igual que en España.
Aquellos siete imbéciles seguirán siendo contratados a 40€ por barba y bolo. Mientras auténticos genios canta en la calle, debajo de los soportales de Santiago. En DIRECTO y a pelo, para tener luego que aguantar al soplapollas de un tal Risto.
Otro detallito. Cuando yo toqué en Tui en las Fiestas de San Telmo, mi banda fue la única que abrió la boca de verdad en toda la semana. El resto se lo pueden imaginar clavaditos al mechas. Eso sí más profesionales. Sin fallos.
David Civera otro elemento del show-bisnes estaba contratado. Llovió y dijo: “Peligro que se me matan las bailarinas” se suspende el bolo. Pero tranquis que vengo un día de estos a hacerlo. Cobró sus cinco kilos. La Comisión trincó – por atrás, una buena propina, cuanto más caro el artista es mayor – y están esperando todavía a que venga el pavo. Con su play-back, por supuesto.
Como dicen por ahí que soy muy radical, hago apologías varias, me paso varios pueblos y tal, hoy no propondré asesinatos, balaseras ni nada por el estilo, que seguimos en Navidad.
Sencillamente para “El Mechas” y su banda propongo algo mucho más musical, barato y sencillo:
Caparlo-los para convertirlo-los en castrati, que creo que así mejora mucho la voz. Y das un registro agudo que te cagas. Canela fina.
Lo de aprender a tocar los instrumentos por CCC.
Y otra cosita guaperas, para ligar desde el escenario, te diré como se hace:
Pisas las tablas con un par, abres ligeramente las piernas, sacas la voz –importante, la tuya – del estomago, abres el acordeón metes un acorde repetido tres veces de La Mayor y cantas:
“Será por el corazón
De una mujer mexicana
Que hago sonar mi acordeón
A las tres de la mañana”.
Follarás seguro campeón. Pero claro, estamos hablando de cantar y de tocar un instrumento.
Lo vas pillando, figura.
José Juan Aparicio.
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