La pequeña diferencia entre
servicial y servil.
Servicial
De servicio.
1. adj. Que sirve con cuidado, diligencia y obsequio.
2. adj. Pronto a complacer y servir a otros.
3. m. Lavativa, ayuda, clister.
4. m. desus. sirviente.
servil
Del lat. servīlis.
1. adj. Perteneciente o relativo a los siervos y criados.
2. adj. Que de modo rastrero se somete totalmente a la autoridad dealguien.
3. adj. En el primer tercio del siglo XIX, partidario de la monarquía absoluta.Apl. a pers., u. t. c. s.
Real Academia Española.
El diccionario de la
RAE define
perfectamente ambos términos, pero para los “bien pendejos”, que por desgracia,
abundan entre los hablantes de esta y otras lenguas lo voy a explicar con
manzanitas.
Definiciones y significados aparte.
El servicial, es una persona dispuesta –“soy materia
dispuesta”- que dicen en mex las/los que quieren algo, de lo bueno, con
alguien. Y esa misma frase lo explica espontáneamente, sin servilismo. Con
disposición positiva digamos. Tampoco quiere decir ser un mandado, sino que es
algo que le nace a uno que lo va a hacer de buen grado, colaborando en forma
voluntaria.
Ahí, en ese punto, conviene aclarar que tanto el servicial
como el servil realizan su cooperación de forma voluntaria. Interesada o
desinteresadamente. Y que el servilismo no representa –para nada- el grado
máximo del servicialismo (palabra que no se si existe).
Ahora las manzanitas: Cuando te saca una muela el dentista
está ejerciendo su servicio –remunerado- de dentista. Si todo corre bien de
forma voluntaria y cooperativa. También lo hará de la misma manera si alguien
le pide que le de “un aventón en su carro” a la “Plaza de Aurrera” y este
contesta solicito que: “Como no orita mismo”.
Nada del otro mundo, un güey accesible y generoso.
En el fondo va todo en y con la intención que se hace.
El servil, se mueve más por intereses concretos, aunque a
veces hay un componente genético difícil de erradicar que estaría por ejemplo
en el “mande” de hijos a padres no todavía desterrado del todo en el rural gallego.
Que sería el mismo “mande” usado en México. Este servilismo costumbrista,
educacional y genético, que por supuesto vendría bien erradicar no es el más
feo por decirlo con cremita.
El verdaderamente cabrón es el del que se ve humillado, bien
por su situación bien por circunstancias externas o –como no- por su bendita
suerte. O el que le nace a uno por conveniencia.
Una persona servil no es más que un envidioso (el peor de
los pecados, nunca bien entendido y que merecería capítulo aparte) intentando cambiar
su suerte de la manera equivocada.
Una carambola de errores, por desgracia frecuente, aunque
también peligrosa.
Este tipo de elementos, como la mayoría, nunca vendrá de
frente ni se la rifará del jalón. Por su naturaleza misma son los propensos a
la traición, el engaño, los “servicios sucios” y los necesitados de una
jerarquía.
Por eso conviene ponerse listo, con ellos y recordar siempre
una de las frases lapidarias de los negocios chuecos:
“LO IMPORTANTE NO ES SABER QUIÉN TE VA A TRAICIONAR, SINO
CUANDO Y POR CUANTO”.
Evidentemente para madrugar al fulano.
Total un envidioso o un servil más o menos en este puto
mundo no se va a notar.
Hay tantos.
José Juan Aparicio.
14-Octubre-2016.
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