La vida, a veces, es un puto farol. Pero, La Diosa Inca , que estaba tomando una cerveza en la barra del bar cubano, era una verdad universal. Real, viva y serena. El pelo, sólo ligeramente rizado, era negro como el rabo de Satán. Los ojos del mismo color. La nariz, aunque de chola, finalizaba chata y mirando hacia arriba. Sus pómulos salientes y su tez cobriza, acompañaban a la perfección, una sonrisa suave de labios llenos. Aunque lo hacía, no debiera disimular con el pelo, las preciosas orejas atentas, bastante echadas hacia delante en su parte superior. Su cuerpo, sin ser espectacular, era proporcionado y compacto. Duro como su ser. Las caderas amplias de mujer sudamericana, no hacían más que confirmar su poder y fuerza.
Pero lo más real de su encanto era su seguridad no ostentosa y la suavidad de su potencia.
Se adivinaba, no apta para mezquinos ni cobardes.
El hombre que se atreviese a dar un paso en su dirección, debería ser capaz de:
Hacer acuñar soles de oro con la imagen de aquella Diosa Peruana.
- “Buenas noches, tienes que perdonar, pero estas muy buena, a reventar vamos”. Dijo Spy “El Pufos” a modo de presentación y medio cubriéndose, por si la gracia era mal interpretada.
Gracias al cielo, el humor del otro lado del charco camina varios cuerpos por delante del de aquí.
- “A la firme, que de todo el bar me tenía que tocar el más descarado capullo en busca de agarre”. “Buenas noches carreta”.
Sólo por el tono de la voz, pues el modal pretendía ser – sin conseguirlo – de enfado, Spy se dio cuenta de que no todo estaba perdido.
José Juan Aparicio.
Todo llega,pero la asignatura de contar literariamente el superpolvo la aprobé hace tiempo.
ResponderEliminarY para eso, habrá que comprarse el libro.Ya os dije que estos anticipos son de Reyes, de promoción y para poner los dientes largos.O mas literario los caninos chorreantes.
Gracias y saludos amigo.