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miércoles, 30 de agosto de 2017

MERCADILLOS



MERCADILLOS.

No me pesa reconocerlo, aunque algunas de las ventas que se realizan en los mercadillos –como en muchos otros lugares y circunstancias- pasan de la línea de la transacción a la pura estafa, la venta ambulante es algo que no me resulta extraño en absoluto.
Con Franco vivo y estudiando en un Madrid gris, con ”grises” todavía en la Policía Nacional, vendí pañuelos (pañoletas) portuguesas en la puerta del Corte Inglés de Princesa.
Al más puro estilo gitano, los pañuelos colgando del brazo derecho y a pie firme.

Ya antes había vendido chocolate del duro, de tableta para hacer a la taza, en las fiestas de mi pueblo. En un puesto que nos puso el marido de mi prima, chocolatero en Orense.
Luego pase al Rastro Madrileño con motos y coches de octava mano. Un bisness entretenido y gratificante, con mucha picaresca por medio.
Hubo de todo, aciertos y fracasos, incluidas las 1.000 cañas flamencas que lleve a Francia y volví con 990. O el MG Morris que me consumió –literalmente- más aceite que gasolina de Madrid a Galicia. Iba para venderse en mi tierra.
Más tarde toqué –con gran éxito y peligro- la ropa de marca fusilada en Portugal, aún no habían llegado los chinos, Levi´s, Reedbook, Adidas, etc, también en el rastro de Madrid. Este negocio lo dejé para no tener que echarme al gitano de al lado, que aún sigue allí. Esperando que me toque la quiniela para que le mande al sicario que se lo baje con toda su puta raza. Sentadito, envejecido, gordo y cabrón el chacho.
Mi record está en ser capaz de venderle un acordeón completamente apolillado a otro gitano en el parking del Lidel. El tipo casi le pega a la mujer que no quería darle la lana, pues decía –con razón- que mi instrumento era una  mierda. Pero el güey me oyó sacarle una polka a aquel engendro y se lo llevaban los demonios para sentar a su chamaquita en la calle con mi fuelle para comenzar el negocio del siglo.
También y más recientemente vendí otro acordeón, este impecable, en la puerta del metro del D.F. pero esto fue más un negocio online que callejero.
Un amigo que vendía ropa por los puti-clubs, me la dejo con sudaderas y pantalones chinos y le coloque todo a marroquíes y chachos, para no variar.
Y orita lo último, antigüedades, curiosidades, vintage y “sucata” (chatarra en portugués, también le dicen ferro velho los necas) en general.
Y la verdad estoy hasta los huevos de un oficio, en el que hay buena gente y 3 hijoputas que ya conozco, que no me satisface y que no disfruto.
Estoy de paso, pero siempre existe el peligro de lo definitivo, una mala palabra en mi diccionario.
Procuro hacerlo bien por chingón y porque necesito la lana.
Espero, cuanto antes pasarme a la venta ambulante, pero de armamento. Ahí si que voy a disfrutar. AK´S, UZIS, RPGS, Colts Anaconda, Berettas y Glocks (si la de plástico).
Eso si da una ganancia. Y además ayuda a limpiar este puto mundo de idiotas, que sobran.
Como dice la ardilla rogona de Internet, parada y suplicante con los brazos al cielo:
“DIOS MIO AYUDAME
Y SI NO MÁNDAME UN PAR DE CAJAS DE M 16, QUE YA ME ZAFO YO SÓLO.

José Juan Aparicio.
30-Agosto-2017.

PD: La acumulación de mis artículos en Pistas a última hora del mes, no obedece a mi desidia, sino a la pinche wifi municipal, que siempre en Agosto –se va el informático de vacaciones- va como el culo, eso cuando funciona.

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