MERCADILLOS.
No me pesa reconocerlo, aunque algunas de las
ventas que se realizan en los mercadillos –como en muchos otros lugares y
circunstancias- pasan de la línea de la transacción a la pura estafa, la venta
ambulante es algo que no me resulta extraño en absoluto.
Con Franco vivo y estudiando en un Madrid gris,
con ”grises” todavía en la Policía Nacional ,
vendí pañuelos (pañoletas) portuguesas en la puerta del Corte Inglés de
Princesa.
Al más puro estilo gitano, los pañuelos
colgando del brazo derecho y a pie firme.
Ya antes había vendido chocolate del duro, de
tableta para hacer a la taza, en las fiestas de mi pueblo. En un puesto que nos
puso el marido de mi prima, chocolatero en Orense.
Luego pase al Rastro Madrileño con motos y
coches de octava mano. Un bisness entretenido y gratificante, con mucha
picaresca por medio.
Hubo de todo, aciertos y fracasos, incluidas
las 1.000 cañas flamencas que lleve a Francia y volví con 990. O el MG Morris
que me consumió –literalmente- más aceite que gasolina de Madrid a Galicia. Iba
para venderse en mi tierra.
Más tarde toqué –con gran éxito y peligro- la
ropa de marca fusilada en Portugal, aún no habían llegado los chinos, Levi´s,
Reedbook, Adidas, etc, también en el rastro de Madrid. Este negocio lo dejé
para no tener que echarme al gitano de al lado, que aún sigue allí. Esperando
que me toque la quiniela para que le mande al sicario que se lo baje con toda
su puta raza. Sentadito, envejecido, gordo y cabrón el chacho.
Mi record está en ser capaz de venderle un acordeón completamente
apolillado a otro gitano en el parking del Lidel. El tipo casi le pega a la
mujer que no quería darle la lana, pues decía –con razón- que mi instrumento
era una mierda. Pero el güey me oyó sacarle una polka a
aquel engendro y se lo llevaban los demonios para sentar a su chamaquita en la
calle con mi fuelle para comenzar el negocio del siglo.
También y más recientemente vendí otro
acordeón, este impecable, en la puerta del metro del D.F. pero esto fue más un
negocio online que callejero.
Un amigo que vendía ropa por los puti-clubs, me
la dejo con sudaderas y pantalones chinos y le coloque todo a marroquíes y
chachos, para no variar.
Y orita lo último, antigüedades, curiosidades,
vintage y “sucata” (chatarra en portugués, también le dicen ferro velho los
necas) en general.
Y la verdad estoy hasta los huevos de un
oficio, en el que hay buena gente y 3 hijoputas que ya conozco, que no me
satisface y que no disfruto.
Estoy de paso, pero siempre existe el peligro
de lo definitivo, una mala palabra en mi diccionario.
Procuro hacerlo bien por chingón y porque
necesito la lana.
Espero, cuanto antes pasarme a la venta
ambulante, pero de armamento. Ahí si que voy a disfrutar. AK´S, UZIS, RPGS,
Colts Anaconda, Berettas y Glocks (si la de plástico).
Eso si da una ganancia. Y además ayuda a
limpiar este puto mundo de idiotas, que sobran.
Como dice la ardilla rogona de Internet, parada
y suplicante con los brazos al cielo:
“DIOS MIO AYUDAME
Y SI NO MÁNDAME UN PAR DE CAJAS DE M 16, QUE YA
ME ZAFO YO SÓLO.
José Juan Aparicio.
30-Agosto-2017.
PD: La acumulación de mis artículos en Pistas a
última hora del mes, no obedece a mi desidia, sino a la pinche wifi municipal,
que siempre en Agosto –se va el informático de vacaciones- va como el culo, eso cuando funciona.
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