Vivir de milagro.
Me quitaron la
RISGA (Renta Galega de Inserción), o algo así. Una ayudita
para los excluidos. Hace dos años. Por haberme largado a México y cobrarla allí
con una tarjetita bancaria. La asistente social del ayuntamiento –la misma que
se acojonó cuando visitó mi jacal diluviando en invierno- me puso a parir y me
dijo que mejor renunciara que me iban a cobrar los atrasos desde el
pleistoceno.
No me quedó de otra y renuncié.
Y llevo dos años seguidos –con sus correspondientes
inviernos- viviendo de “milagro” que digo yo para consolarme.
Gane algo con el alquiler de una antigua concesión para
turismo en piragua. Ahí me estafó –lo típico, poniéndose de parte del enemigo-
una letrada amiga de una “amiga”, pero como uno es hijo, nieto y hermano de
abogados, ya se sabe al dedillo aquel refrán mex que dice: “ Los abogados son
como los plátanos, no hay uno derecho”.
Vendí lo invendible, desde instrumentos y equipo de música
hasta piedritas del campo de la era cuaternaria, también muebles, chatarra, cascanueces
con forma de cocodrilo y todo tipo de tiliches, por supuesto también mis
kayaks, palas y parte de mi equipo para remar. Este verano trabajé –en negro
claro- de conductor. Me iba mucho mejor cuando hacía de taxista pirata. Tengo
que reconocerlo –mea grandísima culpa- que sablee todo lo que se mueve sin pena
ni gloria.
Sobre todo a las novias, a unas les debo y les voy a pagar
religiosamente (siempre me gustó esa forma de pago) y otras no van a cobrar en
su puta vida –nadie les mandó pintarme el cuerno con el saldo en su contra- y
en general, me humillé y arrastré hasta lo indebido durante esos dos años de
larga travesía de un desierto económico.
Que afectó mi salud, mi equilibrio mental, mi buen humor y
engrandeció mi paciencia y mi talento hasta límites insospechados.
Sólo mi Madrecita de
Guadalupe, que descansa en la cabecera de mi cama y en mi cartera sabe cuantas
veces le puse veladoras y le pedí para llegar al siguiente día.
Orita que empiezo a respirar le agradezco a esta y a
todos/as mis benefactores el hecho de que pueda seguir entre ellos.
Y en especial a La
Lupita le insisto ahora: “Presiosa dame el tiempo y la lana
para cobrarme en directo y en persona los “favores” que me han hecho los que
siempre se aprovechan del caído”.
Sólo tiempo y plata, la mala hostia y el parque ya lo pongo
yo, la puntería también.
PD: “Ya me bebí dos cartones
tomé tequila
a montones
y el olvido
no ha llegado”.
José Juan Aparicio.
30-Noviembre-2016.
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