El
Oro Nazi de Mademoiselle María.
Cuando las verdades te explotan de repente en la cara, no
suelen venir relacionadas con ningún asunto grato.
“Y fueron las decepciones
las que mataron a mi
ilusión”
Dice un corrido.
Había pasado medio siglo más o menos, cuando a mí, en la Plaza de San Fernando (la de
la catedral) de Tui, pasando por una de las puertas del Convento de La Milagrosa, me sacudió
una evidencia bastante molesta. Así de pronto, algo que estaba en tus narices
toda la vida se revelaba.
La Segunda Guerra Mundial duró de 1939 hasta 1945 y
París fue liberado de los cuatro años de ocupación alemana (nazi) en 1944.
En este punto voy a reproducir un artículo del ABC:
POR JUAN PEDRO
QUIÑONEROCORRESPONSALPARÍS. París, ocupado por la Wehrmacht entre 1940 y
1944, fue el escenario de una «revolución sexual» desconocida, hasta hoy, donde
las mujeres se «emanciparon» a
Actualizado 17/04/2009 - 02:48:01
POR JUAN PEDRO
QUIÑONERO
CORRESPONSAL
PARÍS. París,
ocupado por la Wehrmacht
entre 1940 y 1944, fue el escenario de una «revolución sexual» desconocida,
hasta hoy, donde las mujeres se «emanciparon» a una velocidad vertiginosa y los
homosexuales gozaron de una «liberalidad» censurada tras la Liberación. Ésa es la
tesis central de un estudio sin precedentes, «1940-1945, Années érotiques», del
historiador Patrick Buisson, consejero íntimo y muy influyente de Nicolas
Sarkozy.
Buisson dirige la cadena
«Histoire» y ha trabajado, durante años, compilando material de archivos
policiales, correspondencias y diarios íntimos, periódicos, memorias de
escritores célebres (Montherlant, Cocteau, Jünger...) intentando responder a
una pregunta simple y brutal: ¿cómo se comportaron sexualmente los franceses,
de la más distinta sensibilidad erótica, durante la Ocupación nazi...? La Wehrmacht hizo
prisioneros a dos millones de franceses, arrastrados hasta los campos de
concentración. La
Resistencia fue una realidad heroica para miles de personas.
Millones de franceses se acomodaron como pudieron a una realidad trágica.
Patrick Buisson ha
intentado descubrir y comprender el comportamiento amoroso de millones de
francesas, en París y en toda Francia. Su estudio arroja una luz insospechada:
«Infinidad de adolescentes y mujeres jóvenes se arrojaron en los brazos de los
soldados y oficiales alemanes, tocados por el prestigio del ocupante y su
prestancia física».
Los amores de la
elite
Entre la elite
intelectual fueron legión las mujeres célebres que pronto encontraron amantes
entre los oficiales de la Wehrmacht. Marguerite Duras oscilaba entre el
recuerdo de su esposo, en Buchenwald, y un novio oficial alemán. Coco Chanel se
instaló en el Ritz, acompañada de un oficial del Alto Estado Mayor. Arletti, la
célebre cantante, hizo la confesión más célebre: «Mi corazón es francés. Pero
mi c... es internacional».
Buisson describe una
«revolución sexual» que tiene muchos rostros. Mujeres «emancipadas» y felices
con un amante soldado alemán, que, al mismo tiempo, ofrece a su familia
apreciable apoyo material. Mujeres cosmopolitas que alternan alegremente, en
los cabarets y salones de la alta sociedad. Mujeres modestas (campesinas,
trabajadoras) que encuentran amor, compañía y libertad en brazos de un soldado
alemán.
La «revolución
sexual» descrita por el influyente consejero de Nicolas Sarkozy tiene muchos
otros flecos: proliferación de prostíbulos y servicios de higiene, apertura de
cabarets, «liberalidad» absoluta hacia los homosexuales, que jugaron un papel
político significativo en la periferia del gobierno de Vichy, donde el general
Petain encarnaba la Francia
entregada a Hitler.
La «alegre» vida
nocturna del París ocupado terminó en una pavorosa tragedia. Los diarios de
Jünger cuentan en callado escorzo el melancólico fin de algunas historias de
amor. Liberada Francia, gaullistas y comunistas impusieron una implacable
depuración. Millares de mujeres acusadas de haber tenido relaciones con
soldados alemanes fueron rapadas y perseguidas a pedradas, por las calles.
El nuevo «orden
moral» iría más lejos. Los cabarets florecientes durante la Ocupación fueron
cerrados. La «emancipación» de mujeres y homosexuales sufrió la condena
implacable de la «revancha machista», dice el historiador. El regreso al hogar
de los soldados y prisioneros franceses precipitó el fin de la «vida disoluta».
Con los jeeps, los cigarrillos y las medias de seda de los boys americanos se
abría una nueva página de la vida nocturna de París.
Ya se sabe que las duras adversidades de la guerra suelen
sacar a relucir, muy a menudo, lo mejor y lo peor del ser humano.
El caso es que en Francia y en los demás países ocupados y
en conflicto hubo –no quedaba más remedio- resistencia incluida, una forzada
convivencia con el enemigo, en el caso de París alemán.
En esas circunstancias, espionajes, traiciones, métodos
varios de recabar información, daños colaterales etc, la gente de a pie
sobrevive o prospera según la suerte, las circunstancias que le toquen, el
estomago que tenga o el don de la oportunidad que gaste.
Los soldados nazis follaban y había como en botica de todo
heteros, homosexuales y demás. Los franceses también follaban y en esos tiempos
era más conveniente hacerlo con el dueño del supermercado. Los maridos miraban
para otro lado, los padres y hermanos o hermanas también: “Dame pan y dime
tonto”.
Con esa inercia cierto tipo de liberación empezó a ser vista
con condescendencia en una Francia hasta la fecha bastante mojigata.
De niño a mí, en la España franquista me mandaron a aprender francés
con una profesora nativa que daba clases en la buhardilla –muy bohéme- de
encima de mi casa.
Lo aprendí bien y me sirvió en toda la France y para todo durante
varios años.
Mi profe era ya entonces una señora tirando a mayor, cosmopolita,
simpática, cariñosa y agradable.
Me dio clase muchos años y cuando volvía a Tui de Madrid,
dónde estudie, iba a visitarla al convento dónde vivía y siempre me invitaba a
una copita de Oporto.
La mujer nunca dijo su nombre y quería que le llamasen
“Mademoiselle” (señorita en francés) o María, en plan genérico.
Ahora me regreso a la Catedral dónde de repente PUMMMMMM!!!!! Digo:
“Joder con el puzle, si ya me encaja todo”.
“Mademoiselle María” apareció por Tui justito después de que
París –ciudad dónde vivía- fuera liberada de la ocupación nazi en 1944.
Venía de institutriz –muy Mary Poppins- para la casa del
jefe del contrabando en el bajo Miño, un tipo cordial que mantenía contactos
con el “eje del mal”, con el “generalísimo”, con la PIDE (policía política
portuguesa) y con quien hiciera falta con tal de ganar un chavo.
“Por ahí salió el peine”, dirían en Mex.
El empleo de institutriz duró hasta que a la mujer de aquel
“peixe” se le inflaron los ovarios y botó a la francesa.
Entonces mi profe alquiló una casita cerca de la de mi
abuela, en un barrio de Tui. Así se hizo amiga de mi familia.
Luego empezó a dar clases.
En una post guerra de España y mundial lo de institutriz y
las clases no daban ni pa pipas.
Aunque lo disimulaba, pues llevaba una vida discreta y
austera aquella doña siempre anduvo bien de “cash”. Hasta les regalo a las
monjitas –otras que siempre andan al tanto de todo- un carro, un Renault 4L
nuevecito del trinque.
El oscurantismo de aquella época ponía un sutil velo a una
realidad más que evidente.
Resumiendo en París la maestra –sí o sí- tomó partido por el
bando dónde estaba el parné.
Según decía ella –que provenía de una familia bien y
adinerada- ya tenía posibles y decidió girársela a favor del enemigo para
conservar lo suyo y probablemente aumentar el patrimonio.
Ya se sabe, delaciones, saqueos a familias también ricas que
colaboraban con la resistencia, evasión de capitales –aquí entra el
contrabandista- algo normal en una época y en un París dónde con plata todo era
posible. Convertir joyas de los pillajes en activos o en lingotes pequeños de
los de joyería era un juego de niños.
“Blanco y en botella”, mi “Mademoiselle”, mi adorada profe,
me dio en la torre cincuenta años después y ya muerta, cuando paseando por la
catedral caigo del burro.
Seguro estoy que la mayoría de los de mi pueblo –muy listos
no son- siguen en la berza al respecto.
Pues mi francesa se la giró de colaboracionista y cuando
–liberado París- empezaba la evidente purga mi María agarró el oro y se fue.
Por lo que contaba no se si su mamá salió tan bien parada.
Con algún contacto alemán aterrizó en mi pueblo, en un país
del eje fascista.
Con oro y en casa de un contrabandista es todo más fácil, el
tipo encantado de hacer las transas y cobrar en oro o en cuerpo-matic. Por
transformar lingotes en billete verde.
“La traición jode mas porque nunca viene de un enemigo”.
Muerta la seño dejó su casita en ruinas del Barrio de
Riomuiños a las monjas de La
Milagrosa.
Pero no se si nadie pensó –monjas incluidas- y mira que esas
piensan mucho en su soledad y recogimiento, que detrás de una piedrita de las
paredes maestras puede estar guardado todavía hoy, lo que queda de:
“EL ORO NAZI DE MADEMOISELLE MARÍA”.
Dado que las circunstancias de lo sucedido aconsejaban
discreción y ahorro.
Estoy pensando en comprar la casa para desmontarla piedra a
piedra, aunque lo del oro manchado de sangre me echa un poco para atrás.
En cualquier caso no estaría mal cenar en La
Tour D´argent en París, mirando al Sena a
cuenta de “Mademoiselle” escuchando al acordeón ese clásico del Moulín Rouge
“Nous sommes arrivés a París”.
Brindando con vino de Oporto:
“Santé ma cherie professeure”.
José Juan Aparicio.
1-Junio-2016.