El Negociador. (Zé Bicho 3).
“El Pufos”, Jose, se había auto empleado en negro de
negociador, hacía cuatro años. Y no le iba mal. Primero porque renegoció sus
propias deudas tan bien, que consiguió pagar y empezaron a contratarle. Para
solucionar las de otros, además de conflictos varios. Era una solución anterior
a las más penosas e inconvenientes del cobro con extorsión y fuerza, algo más
diplomático y conveniente para todos. Menos claro, para los machacas de la zona
que, más tarde que temprano –muchas luces no hacen falta en ese oficio-
empezaron a enterarse de su labor y a mirarlo refeo.
Ya se sabe que es harto difícil contentar siempre a todos.
El caso es que Jenny
le avisó para intentar hacer entrar en razón al Zé.
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Esa
mula portuguesa es “tantico retorcida”. Le dijo el “inter” (de intermediario) a
la colombiana. Y me late que va a "estar en chino" (difícil) convencerlo. Pero ya sabes “mona”
(rubia en Colombia) que yo lo imposible lo hago orita y los milagritos al
ratico, así pue le voy a entrar al neca y verás que nos arreglamos.
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¿Te
provoca un aguardientico o un tinto (café) para agradecerte?.
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Pos
póngame una Super Bock na más pa no hacerte el feo doñita. Yo te marco esta
semana en cuanto sepa que onda.
Se puso tejana blanca, botas de avestruz también blancas a
juego y lentes negros, para impresionar al portugués. Decidió jugarle “al tonto”,
pero estilo fantasma, como les gusta a esos majaderos lusitanos.
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Fodase
ca farda spañoi, vose truxo tudo iso do México mais deixou ali as gaxas bouas.
Fue lo primero que dijo Zé Bicho al verlo.
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Tambem
me acordo dos amigos (pura mentira improvisada) da fronteira alegó “El Pufos”,
sacando el sombrero de la bolsa de plástico.
De rafia blanca, con su bandita de
cuero y rejilla de ventilación en la base de la copa aquel sombrero vaquero de
300 pesos casi hace llorar al portugués.
Da tua talla cabezón, proba, proba.
Isto e un chapeu en condicions, non esa merda que voçes venden nas feiras. Vas
a ser el más chingón do próximo encontro de concertinas.
Por no decirte nas casas de putas.
Aquel hijo de perra, estafador,
asesino y cabrón balbuceaba, tras mirarse en el espejo de un carro con su nuevo
sombrero, relamiéndose y sonriendo. De tal forma que sólo acertó a decir con un
afecto que se le desconocía:
-
“Filho
da puta español”.
Jose supo que esa puerta la tenía
abierta. A los portugueses les gusta más un sombrero que a los tontos un par de tetas.
José Juan Aparicio.
19-Marzo-2015.
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