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martes, 20 de septiembre de 2016

Zapatos de Difuntiño 2 (Lo bueno a veces es la contradicción).



Zapatos de Difuntiño 2  (Lo bueno a veces es la contradicción).

Mi novia, que en aquel entonces era su chacha, se había regresado a su país (México) hacía apenas una semana y la muy zorra me llamó para decirme que como estaba, que si tal, pretendiendo consolarme, cuando en realidad lo que quería era follarme.
 Nunca fue santa de mi devoción, es más me caía regorda y aunque de exquisito no tengo nada, a las que no trago no me las tiro. No me pone meterme en la cama con la enemiga.
Así que la despache con algo así como: “Estoy muy bien, gracias, no te preocupes por mi  explotadora”. Poco cortés la verdad, para ser ella la que poco antes y en una época de las cabronas de la vida me había regalado un par de zapatos de “difuntiño”, del finado de su hermano, en muy buen estado.
Y eso fue lo primero que miró, después de saludarme –dos años después- en un baile. No creí que fuera a hacerlo, gracias a mi calificativo, que en realidad se quedaba corto, pero lo hizo, un breve hola y después la miradita para mis patas. Que iban elegantísimos con el par de calcos de su difunto hermano. Enseguida otra pregunta tendenciosa: “¿Todavía vives allí?”.
La Doña conocía mi jacal, entendiendo, además, que hacía juego con esos zapatos heredados.
“Si todavía”. Contesto como quien dice: “Aún no me saque la lotería”.
Y a partir de aquí viene lo bueno.
La tal Mari sale en varias páginas de contactos –igual que yo- haciéndose la buenorra, quitándose años y llamándose Mari Pili.
Entonces me salió la vena de chingón:
“Oye Mari, pues en el metic, tienes dos fotos en las que estas imponente”, “Yo es que -como ya sabes-  te respeto mucho por lo de Juanita y tal, pero echando el vistazo te vi y carajo”. “La patrona de mi vieja, pero si esta cañón esa jubilada”.
“Cuidado que lo digo manteniendo las distancias,  jejejeje, lo mío son las distancias cortas (una vieja frase mía de pendejo seductor), los primeros cuatrocientos metros soy muy vergonzoso”.
“Bueno cuando ya la meto, la verdad me relajo mucho y cojo confianza”.
Aquí abrió un poquito, sólo lo justo, los ojos la Mari. Pensando: “A ver si orita el que se me  quiere tirar es él a mi”.
Pues parece que por ahí iba la cosa, los rencores no siempre son buenos y los zapatos ya estaban muy gastados.
“Vamos a tomarle algo, por cierto, mira que salieron buenos los zapatos de tu hermano, casi ni cojeo con ellos, hasta ortopédicos”.
“No estarás de broma, contesta Mari, es que todavía andan por casa una botas que se me habían olvidado y aparecieron el otro día”.
“Sería cuestión de probarlas –para no pasearlas en vano- además ahora que llega el invierno……..”.
Caídas, pero enormes y ricas, estaban las tetas de la señora, por no hablar del culo y en la intimidad y con confianza aquella patrona resultaba hasta amable y linda. Las botas un cuarenta y dos, dado de si, como guantes y el desayuno –en pelotas- riquísimo.
“Bueno chula, pues si necesitas un mayordomo o un chofer ya sabes que sigo en el paro hasta que me devuelva a México”.
“Y en mi jacalito te recibo cuando quieras con los brazos abiertos, que soy un hombre que me visto por los pies, esos pies que tu calzas con tanto cariño”.

José Juan Aparicio.
20- Septiembre-2016.


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