Zapatos
de Difuntiño 2 (Lo bueno a veces es la
contradicción).
Mi novia, que en aquel entonces era su chacha, se había
regresado a su país (México) hacía apenas una semana y la muy zorra me llamó
para decirme que como estaba, que si tal, pretendiendo consolarme, cuando en
realidad lo que quería era follarme.
Nunca fue santa de mi
devoción, es más me caía regorda y aunque de exquisito no tengo nada, a las que
no trago no me las tiro. No me pone meterme en la cama con la enemiga.
Así que la despache con algo así como: “Estoy muy bien, gracias,
no te preocupes por mi explotadora”. Poco cortés la verdad, para ser ella la que
poco antes y en una época de las cabronas de la vida me había regalado un par
de zapatos de “difuntiño”, del finado de su hermano, en muy buen estado.
Y eso fue lo primero que miró, después de saludarme –dos
años después- en un baile. No creí que fuera a hacerlo, gracias a mi calificativo,
que en realidad se quedaba corto, pero lo hizo, un breve hola y después la
miradita para mis patas. Que iban elegantísimos con el par de calcos de su
difunto hermano. Enseguida otra pregunta tendenciosa: “¿Todavía vives allí?”.
“Si todavía”. Contesto como quien dice: “Aún no me saque la
lotería”.
Y a partir de aquí viene lo bueno.
La tal Mari sale en varias páginas de contactos –igual que
yo- haciéndose la buenorra, quitándose años y llamándose Mari Pili.
Entonces me salió la vena de chingón:
“Oye Mari, pues en el metic, tienes dos fotos en las que
estas imponente”, “Yo es que -como ya sabes-
te respeto mucho por lo de Juanita y tal, pero echando el vistazo te vi
y carajo”. “La patrona de mi vieja, pero si esta cañón esa jubilada”.
“Cuidado que lo digo manteniendo las distancias, jejejeje, lo mío son las distancias cortas
(una vieja frase mía de pendejo seductor), los primeros cuatrocientos metros
soy muy vergonzoso”.
“Bueno cuando ya la meto, la verdad me relajo mucho y cojo
confianza”.
Aquí abrió un poquito, sólo lo justo, los ojos la Mari. Pensando : “A ver si orita
el que se me quiere tirar es él a mi”.
Pues parece que por ahí iba la cosa, los rencores no siempre
son buenos y los zapatos ya estaban muy gastados.
“Vamos a tomarle algo, por cierto, mira que salieron buenos
los zapatos de tu hermano, casi ni cojeo con ellos, hasta ortopédicos”.
“No estarás de broma, contesta Mari, es que todavía andan
por casa una botas que se me habían olvidado y aparecieron el otro día”.
“Sería cuestión de probarlas –para no pasearlas en vano-
además ahora que llega el invierno……..”.
Caídas, pero enormes y ricas, estaban las tetas de la
señora, por no hablar del culo y en la intimidad y con confianza aquella
patrona resultaba hasta amable y linda. Las botas un cuarenta y dos, dado de si,
como guantes y el desayuno –en pelotas- riquísimo.
“Bueno chula, pues si necesitas un mayordomo o un chofer ya
sabes que sigo en el paro hasta que me devuelva a México”.
“Y en mi jacalito te recibo cuando quieras con los brazos
abiertos, que soy un hombre que me visto por los pies, esos pies que tu calzas
con tanto cariño”.
José Juan Aparicio.
20- Septiembre-2016.
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