CONFESIÓN EN SANDWICH.
“Arrepiéntete muy de veras,
pide perdón a Nuestro
Señor,
encomiéndate mucho a la Santísima Virgen ,
para que te ayude,
para que te de su gracia,
y al final de esta
vida te lleve al cielo.
Reza en penitencia
tres Padrenuestros y una
Salve y ahora dices
el Señor Mío Jesucristo”.
Amén.
Esta era a 99 revoluciones por minuto, la retórica de la confesión que nos
hacía D. Manuel, cuando de pequeños y mozos aún nos confesábamos en mi pueblo.
Por eso era el preferido de toda la raza menuda. Había cola en su
confesionario, mientras que en los de D. Celso, D. Ricardo o el más libertino
D. Julián (aficionado a rodar a las chicas en la playa en super 8) estaban
vacíos.
De vez en cuando, los otros curas sacaban la cabeza de la
capillita y nos mandaban pasar a confesarnos con ellos. Con D. Manuel decíamos
cualquier cosa, repetíamos su matraquillo mentalmente y absueltos.
Los otros clérigos entre salidos y palizas, siempre hurgaban
e interrogaban sobre los pecados de violencia y los del sexto. Algo bastante
incómodo.
Como confesarse siempre con D. Manuel era imposible
ejercíamos la confesión en sándwich, algunos con algo más de retórica y
literatura que otros:
“Padre me acuso de desobedecer a mis padres, de portarme
mal, de no estudiar”.
Ahora muy rápido, bajito y en evasiva. “Y de pecar contra el
sexto”.(Esto encabronaba mucho a los curiosos).”¿Pero cómo y cuanto?”
Ahí ya te jodían y frenaban en seco: “Pues lo más posible D.
Ricardo” alegaban los más chingones. “Menudo elemento, Dios te va a castigar”.
“Digo algunas mentiras, acuso a los compañeros de clase”. Otra
vez a toda ostia: “Le menté la madre a uno”. “No me confieso a menudo”.
“Eh eh eh, que es eso de la madre (la reliadad era “su puta
madre”), na D. Julián en medio de una pelea………..
“¿Es que también te peleas?”.
Y luego pedían detalles del numero de pajas y toda esa
vaina, que si hacías algo con las chicas.: “Na de na, por Dios D. Antonio”.
Al final del interrogatorio un discurso moralista, laaaaaaaargo
y amenazador con una extensa penitencia de libro y semanal.
Por eso la
Popularidad de D. Manuel, cura clásico con sobrina en casa.
“No te puedo prestar la pornografía tío, decía mi amigo, la tiene D. Manuel
hace una semana y no la larga”.
Y así hasta que uno decide, más pronto que tarde, que la mejor
confesión es el arrepentimiento y el acto de contrición individual, sin cuervos
de por medio. Y se hace su propio Catecismo.
Entonces ¿Porque un incrédulo del todo tiene una capillita
en casa y lleva medallas en la cartera?
Pues esa es otra historia, la siguiente historia ya que me
dio por lo místico en Semana Santa.
José Juan Aparicio.
6-Abril-2015.
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