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lunes, 6 de abril de 2015

CONFESIÓN EN SANDWICH.



CONFESIÓN  EN SANDWICH.

“Arrepiéntete muy de veras,
 pide perdón a Nuestro Señor,
 encomiéndate mucho a la Santísima Virgen,
 para que te ayude, para que te de su gracia,
 y al final de esta vida te lleve al cielo.
 Reza en penitencia tres Padrenuestros y una   
 Salve y ahora dices el Señor Mío Jesucristo”.

Amén.
Esta era a 99 revoluciones por minuto, la retórica de la confesión que nos hacía D. Manuel, cuando de pequeños y mozos aún nos confesábamos en mi pueblo. Por eso era el preferido de toda la raza menuda. Había cola en su confesionario, mientras que en los de D. Celso, D. Ricardo o el más libertino D. Julián (aficionado a rodar a las chicas en la playa en super 8) estaban vacíos.
De vez en cuando, los otros curas sacaban la cabeza de la capillita y nos mandaban pasar a confesarnos con ellos. Con D. Manuel decíamos cualquier cosa, repetíamos su matraquillo mentalmente y absueltos.
Los otros clérigos entre salidos y palizas, siempre hurgaban e interrogaban sobre los pecados de violencia y los del sexto. Algo bastante incómodo.
Como confesarse siempre con D. Manuel era imposible ejercíamos la confesión en sándwich, algunos con algo más de retórica y literatura que otros:

“Padre me acuso de desobedecer a mis padres, de portarme mal, de no estudiar”.
Ahora muy rápido, bajito y en evasiva. “Y de pecar contra el sexto”.(Esto encabronaba mucho a los curiosos).”¿Pero cómo  y cuanto?”
Ahí ya te jodían y frenaban en seco: “Pues lo más posible D. Ricardo” alegaban los más chingones. “Menudo elemento, Dios te va a castigar”.
“Digo algunas mentiras, acuso a los compañeros de clase”. Otra vez a toda ostia: “Le menté la madre a uno”. “No me confieso a menudo”.
“Eh eh eh, que es eso de la madre (la reliadad era “su puta madre”), na D. Julián en medio de una pelea………..
“¿Es que también te peleas?”.
Y luego pedían detalles del numero de pajas y toda esa vaina, que si hacías algo con las chicas.: “Na de na, por Dios D. Antonio”.
Al final del interrogatorio un discurso moralista, laaaaaaaargo y amenazador con una extensa penitencia de libro y semanal.

Por eso la Popularidad de D. Manuel, cura clásico con sobrina en casa. “No te puedo prestar la pornografía tío, decía mi amigo, la tiene D. Manuel hace una semana y no la larga”.
Y así hasta que uno decide, más pronto que tarde, que la mejor confesión es el arrepentimiento y el acto de contrición individual, sin cuervos de por medio. Y se hace su propio Catecismo.
Entonces ¿Porque un incrédulo del todo tiene una capillita en casa y lleva medallas en la cartera?
Pues esa es otra historia, la siguiente historia ya que me dio por lo místico en Semana Santa.

José Juan Aparicio.
6-Abril-2015.








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