LOBOS
Y CORDEROS.
(El
cuento de siempre).
VIC era un cordero negro de fuera del rebaño. Se había
perdido en el monte y el pastor, dándolo por muerto, dejó de buscarlo al
segundo día. Sobrevivía sólo y aunque
miraba hacia abajo –al aprisco- de vez en cuando, se encontraba bien como
estaba.
LOU, lobo pardo, jefe de su manada, a la que había
acostumbrado a la fácil tarea de comer del rebaño ignorando presas más
difíciles, compartía paisaje con VIC y
MASCA, un mastín leones que trabajaba explotado por cuenta ajena.
Hacia su labor y punto.
LOU le engañaba por un lado –a veces se daban alguna
dentellada- mientras sus colegas comían por otro.
VIC observaba las incursiones de LOU desde una colina
cercana en las frías noches de invierno. Le importaba un huevo el tema. No era
ya su guerra. Pero le tenía simpatía al currante de MASCA.
En una ocasión VIC salvó el pellejo de milagro y por partida
doble, cuando coincidió desafortunadamente con la manada de LOU y se vio
acorralado. Tuvo que saltar a un río furioso y helado, del que sólo salió con
la ayuda de su chaleco térmico y salvavidas de pura lana virgen y de MASCA, que
le echo un cable, además de ignorar su deber de devolverlo al rebaño.
La vida nunca había sido demasiado fácil para VIC, pero
ahora le metía prisa y le hacía pensar. Observo otra noche más la conducta de
LOU, bien escondido entre unos riscos.
Ya lo había visto otras veces. LOU recurría a un viejo truco
que todavía funcionaba, pues MASCA estaba solo y se le amontonaba el trabajo.
El y otro, los más expertos entretenían de nuevo a MASCA y
la manada dividida en dos atacaba flancos opuestos del rebaño. Pero una de las
dos columnas de ataque de LOU usaba la artimaña de disfrazarse con pieles de
sus victimas, lo que dificultaba enormemente su reconocimiento en la noche por
parte del perro pastor. Así la manada lobuna duplicaba fácilmente el número de
sus presas.
VIC seguía observando, pensando y escondiéndose. La noche en
que LOU hizo presa en una oveja negra y preñada, llevándosela como premio a VIC
se le encendió el pilotito. No era su guerra, eso estaba claro, pero el
detallito le había tocado los cojones. Agradeció a LOU haberle dado una pista y
decidió darle la vuelta a la tortilla.
Una madrugada en que había bajado al pueblo a echar un
vistazo, vio colgada en la pared de un bar una vieja piel de lobo. Habló con
MASCA, pidiendo un favor por primera vez en su vida. Este a la noche siguiente
se hizo con la piel en un pis-pas y cuando se la llevó a VIC le dijo:
-“No se si sabrás dónde te metes”.
-“Quizás no, gracias MASCA”.
Cuando en verano esquilaron al rebaño bajó. Se coló en el y
se puso en la fila. A medio esquilar, cuando el volumen de lana en su cuerpo
era el que deseaba, saltó limpiamente la cerca y dejo al esquilador flipado con
la maquinilla en la mano.
MASCA salió detrás de el. Escandalizó todo lo que pudo, lo
dejó ganar terreno en una carrera que nunca hubiera ganado y al regresar se
llevó una bronca del pastor.
Con el volumen de lana deseado y la piel de lobo encima bien
ajustada, su tamaño superaba ligera, pero perceptiblemente el de LOU.
Se acostumbro a su aspecto y se dejó ver desde lejos. La
manada de LOU lo observó sin preocuparse. LOU se mosqueó. A veces su cetro se
ponía en duda y cuando esto sucedía tenía que espabilar y defenderlo. Pero el
no propiciaría el enfrentamiento:
“Lo que tenga que venir vendrá”, pensó: “Inicie usted los
trámites” sonrió.
VIC pasó la prueba de fuego cuando LOU atacó el rebaño de
nuevo y aunque no disfrutaba de la carnicería, se mezcló con la manada. Entró y
salió del rebaño en plena orgía de sangre y ni LOU, ni MASCA, se dieron cuenta.
Ahora se trataba de saber esperar la oportunidad. Vigiló.
Una noche, casi sin luna –lo que necesitaba- LOU se distanció del rebaño
acompañado sólo por su lugarteniente POL. Querían disfrutar en solitario de los
dos corderitos pequeños que habían arrancado del rebaño.
VIC los dejó cebarse y dormir un rato. Casi al final de la
noche salió del monte hacia el claro dónde dormitaban hartos LOU y POL,
interpretando a la perfección su ensayado papel de retador. Había atado un fino
y casi invisible cordel a su rabo de lobo y lo manejaba desde su pata delantera
izquierda, con una perfecta habilidad fruto de una práctica exhaustiva.
Subió la punta de su rabo de lobo hacia arriba apuntando al
cielo exageradamente. Este era el signo de desafío y amenaza de un lobo
aspirante y retador.
Gruñó con práctica.
LOU y POL se despertaron de un salto y en dos segundos se
pusieron en guardia.
La amenaza era para LOU y a ser posible debería resolver él
sólo el problema. POL permaneció atento en retaguardia, mientras LOU avanzo
gruñendo.
Hubo una representación teatral de giros, gruñidos y orejas
tiesas.
Cuando a LOU no le cupo duda de que el teatro daría paso de
un momento a otro al primer round VIC bajó un poco la cola.
LOU era de todo menos confiado y esperó el truco y el ataque
traicionero, pero VIC tiró de su cordel y metió la cola de lobo entre las
piernas.
LOU se desconcertó sin confiar.
VIC enseño a una distancia prudente –más lejos de un salto-
el cuello a LOU, que orgulloso empezaba a saborear la victoria. Como a él le
gustaba. Sin luchar.
Entonces VIC puso su cabeza a ras de tierra y empezó a girar
humillado, intentando oler los genitales de LOU en señal de derrota.
Este estaba deseoso de acabar con la historia, dudo, pero le
pudo la soberbia, pensó: “Lo tengo”. “Acabemos”. Y mostró sus genitales.
De un solo viaje VIC se metió el huevo izquierdo de LOU en
la boca y con unos dientes preparados para segar hierba mordió la bolsa con
fuerza.
POL iba a saltar en ese momento cuando sintió que le tocaban
ligeramente el hombro mientras MASCA le decía sonriente:
“Tu y yo vamos a disfrutar sentaditos del combate”. POL notó
como sus patas se soldaban al suelo.
LOU aulló y meó en un acto reflejo a la vez que se hizo la
luz en su cabeza. Intentó revolverse, pero la presión de VIC aumentó. Ahora el
aullido era también de terror. Permaneció quieto.
VIC aflojo muy poco y susurró entre dientes, sin dejar de
presionar:
“Cariño, gira tu cabecita con cuidado, lo justo para que tu oreja
quede dónde puedas oírme”.
LOU cumplió la orden
al momento. Era evidente que deseaba seguir siendo un lobo macho y reproductor.
“Luego hablare con POL –dijo VIC- esto debe quedar entre
nosotros”. “Mañana cambias de aires con tus socios, pongamos un mínimo de
doscientos kilómetros”.
“A lo mejor no es necesario que volvamos a vernos”.
“¿Lo captas?” Mordió.
LOU aulló de nuevo: “Ok”, mintió.
VIC volvió a morder, esta vez más fuerte que nunca.
“Auuuuuuuuuu volvió a aullar el lobo pardo con pánico.
VIC: “Bajo presión no sabes mentir colega”. Y mordió, esta
vez tan fuerte que LOU perdió el conocimiento, cayó al suelo y empezó a sangrar
a todo lo que da, justo por en medio del forro de los cojones.
Ahora VIC se dio la vuelta:
“Hola MASCA”.
El perro sonrió guiñando un ojo.
POL alucinaba con el brazo de MASCA colocado fraternalmente
en su hombro.
“Tu no has visto nada”, dijo VIC a POL. SE sacó su piel de
lobo con desgana y la dejó en el suelo empezando a caminar.
MASCA palmeó de nuevo el hombro de POL, que daba gracias al
cielo por su suerte, a la vez que sentenció: “Deberías lamerle las heridas a tu
jefe socio. Chao”.
Al reunirse con VIC, Masca comento: “Muy buena tu actuación
de la otra noche en el rebaño, pero esos hijueputas querrán volver para
jodernos”.
VIC contestó: “Lo que tenga que venir vendrá”. “Que inicien
ellos los trámites”. “Te invito a un trago compa”.
Azul, la niña de ocho años que escuchaba el cuento sin
pestañear, dijo al finalizar este:
“Esos animales se mordían en unos sitios refeos”.
“Pues si chiquita, es que la vida, a veces, te muerde en
unos sitios bieeeeeeen feos”.
José Juan Aparicio
23-Octubre-2014.