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jueves, 23 de octubre de 2014

LOBOS Y CORDEROS. (El cuento de siempre).



LOBOS Y CORDEROS.
(El cuento de siempre).

VIC era un cordero negro de fuera del rebaño. Se había perdido en el monte y el pastor, dándolo por muerto, dejó de buscarlo al segundo día. Sobrevivía sólo  y aunque miraba hacia abajo –al aprisco- de vez en cuando, se encontraba bien como estaba.
LOU, lobo pardo, jefe de su manada, a la que había acostumbrado a la fácil tarea de comer del rebaño ignorando presas más difíciles, compartía paisaje con VIC y
MASCA, un mastín leones que trabajaba explotado por cuenta ajena. Hacia su labor y punto.
LOU le engañaba por un lado –a veces se daban alguna dentellada- mientras sus colegas comían por otro.
VIC observaba las incursiones de LOU desde una colina cercana en las frías noches de invierno. Le importaba un huevo el tema. No era ya su guerra. Pero le tenía simpatía al currante de MASCA.
En una ocasión VIC salvó el pellejo de milagro y por partida doble, cuando coincidió desafortunadamente con la manada de LOU y se vio acorralado. Tuvo que saltar a un río furioso y helado, del que sólo salió con la ayuda de su chaleco térmico y salvavidas de pura lana virgen y de MASCA, que le echo un cable, además de ignorar su deber de devolverlo al rebaño.
La vida nunca había sido demasiado fácil para VIC, pero ahora le metía prisa y le hacía pensar. Observo otra noche más la conducta de LOU, bien escondido entre unos riscos.
Ya lo había visto otras veces. LOU recurría a un viejo truco que todavía funcionaba, pues MASCA estaba solo y se le amontonaba el trabajo.
El y otro, los más expertos entretenían de nuevo a MASCA y la manada dividida en dos atacaba flancos opuestos del rebaño. Pero una de las dos columnas de ataque de LOU usaba la artimaña de disfrazarse con pieles de sus victimas, lo que dificultaba enormemente su reconocimiento en la noche por parte del perro pastor. Así la manada lobuna duplicaba fácilmente el número de sus presas.
VIC seguía observando, pensando y escondiéndose. La noche en que LOU hizo presa en una oveja negra y preñada, llevándosela como premio a VIC se le encendió el pilotito. No era su guerra, eso estaba claro, pero el detallito le había tocado los cojones. Agradeció a LOU haberle dado una pista y decidió darle la vuelta a la tortilla.
Una madrugada en que había bajado al pueblo a echar un vistazo, vio colgada en la pared de un bar una vieja piel de lobo. Habló con MASCA, pidiendo un favor por primera vez en su vida. Este a la noche siguiente se hizo con la piel en un pis-pas y cuando se la llevó a VIC le dijo:
-“No se si sabrás dónde te metes”.
-“Quizás no, gracias MASCA”.
Cuando en verano esquilaron al rebaño bajó. Se coló en el y se puso en la fila. A medio esquilar, cuando el volumen de lana en su cuerpo era el que deseaba, saltó limpiamente la cerca y dejo al esquilador flipado con la maquinilla en la mano.
MASCA salió detrás de el. Escandalizó todo lo que pudo, lo dejó ganar terreno en una carrera que nunca hubiera ganado y al regresar se llevó una bronca del pastor.
Con el volumen de lana deseado y la piel de lobo encima bien ajustada, su tamaño superaba ligera, pero perceptiblemente el de LOU.
Se acostumbro a su aspecto y se dejó ver desde lejos. La manada de LOU lo observó sin preocuparse. LOU se mosqueó. A veces su cetro se ponía en duda y cuando esto sucedía tenía que espabilar y defenderlo. Pero el no propiciaría el enfrentamiento:
“Lo que tenga que venir vendrá”, pensó: “Inicie usted los trámites” sonrió.
VIC pasó la prueba de fuego cuando LOU atacó el rebaño de nuevo y aunque no disfrutaba de la carnicería, se mezcló con la manada. Entró y salió del rebaño en plena orgía de sangre y ni LOU, ni MASCA, se dieron cuenta.
Ahora se trataba de saber esperar la oportunidad. Vigiló. Una noche, casi sin luna –lo que necesitaba- LOU se distanció del rebaño acompañado sólo por su lugarteniente POL. Querían disfrutar en solitario de los dos corderitos pequeños que habían arrancado del rebaño.
VIC los dejó cebarse y dormir un rato. Casi al final de la noche salió del monte hacia el claro dónde dormitaban hartos LOU y POL, interpretando a la perfección su ensayado papel de retador. Había atado un fino y casi invisible cordel a su rabo de lobo y lo manejaba desde su pata delantera izquierda, con una perfecta habilidad fruto de una práctica exhaustiva.
Subió la punta de su rabo de lobo hacia arriba apuntando al cielo exageradamente. Este era el signo de desafío y amenaza de un lobo aspirante y retador.
Gruñó con práctica.
LOU y POL se despertaron de un salto y en dos segundos se pusieron en guardia.
La amenaza era para LOU y a ser posible debería resolver él sólo el problema. POL permaneció atento en retaguardia, mientras LOU avanzo gruñendo.
Hubo una representación teatral de giros, gruñidos y orejas tiesas.
Cuando a LOU no le cupo duda de que el teatro daría paso de un momento a otro al primer round VIC bajó un poco la cola.
LOU era de todo menos confiado y esperó el truco y el ataque traicionero, pero VIC tiró de su cordel y metió la cola de lobo entre las piernas.
LOU se desconcertó sin confiar.
VIC enseño a una distancia prudente –más lejos de un salto- el cuello a LOU, que orgulloso empezaba a saborear la victoria. Como a él le gustaba. Sin luchar.
Entonces VIC puso su cabeza a ras de tierra y empezó a girar humillado, intentando oler los genitales de LOU en señal de derrota.
Este estaba deseoso de acabar con la historia, dudo, pero le pudo la soberbia, pensó: “Lo tengo”. “Acabemos”. Y mostró sus genitales.
De un solo viaje VIC se metió el huevo izquierdo de LOU en la boca y con unos dientes preparados para segar hierba mordió la bolsa con fuerza.
POL iba a saltar en ese momento cuando sintió que le tocaban ligeramente el hombro mientras MASCA le decía sonriente:
“Tu y yo vamos a disfrutar sentaditos del combate”. POL notó como sus patas se soldaban al suelo.
LOU aulló y meó en un acto reflejo a la vez que se hizo la luz en su cabeza. Intentó revolverse, pero la presión de VIC aumentó. Ahora el aullido era también de terror. Permaneció quieto.
VIC aflojo muy poco y susurró entre dientes, sin dejar de presionar:
“Cariño, gira tu cabecita con cuidado, lo justo para que tu oreja quede dónde puedas oírme”.
  LOU cumplió la orden al momento. Era evidente que deseaba seguir siendo un lobo macho y reproductor.
“Luego hablare con POL –dijo VIC- esto debe quedar entre nosotros”. “Mañana cambias de aires con tus socios, pongamos un mínimo de doscientos kilómetros”.
“A lo mejor no es necesario que volvamos a vernos”.
“¿Lo captas?” Mordió.
LOU aulló de nuevo: “Ok”, mintió.
VIC volvió a morder, esta vez más fuerte que nunca.
“Auuuuuuuuuu volvió a aullar el lobo pardo con pánico.
VIC: “Bajo presión no sabes mentir colega”. Y mordió, esta vez tan fuerte que LOU perdió el conocimiento, cayó al suelo y empezó a sangrar a todo lo que da, justo por en medio del forro de los cojones.
Ahora VIC se dio la vuelta:
“Hola MASCA”.
El perro sonrió guiñando un ojo.
POL alucinaba con el brazo de MASCA colocado fraternalmente en su hombro.
“Tu no has visto nada”, dijo VIC a POL. SE sacó su piel de lobo con desgana y la dejó en el suelo empezando a caminar.
MASCA palmeó de nuevo el hombro de POL, que daba gracias al cielo por su suerte, a la vez que sentenció: “Deberías lamerle las heridas a tu jefe socio. Chao”.
Al reunirse con VIC, Masca comento: “Muy buena tu actuación de la otra noche en el rebaño, pero esos hijueputas querrán volver para jodernos”.
VIC contestó: “Lo que tenga que venir vendrá”. “Que inicien ellos los trámites”. “Te invito a un trago compa”.

Azul, la niña de ocho años que escuchaba el cuento sin pestañear, dijo al finalizar este:
“Esos animales se mordían en unos sitios refeos”.
“Pues si chiquita, es que la vida, a veces, te muerde en unos sitios bieeeeeeen feos”.

José Juan Aparicio
23-Octubre-2014.










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