EL
CURA QUE ME BAUTIZÓ DOS VECES
Al elemento lo tienen en mi pueblo, Tui, por
un Santo Varón y un intocable. Un puto santón vamos.
Yo tenía doce años y era más bonito que un
San Luis. Precioso. Eso es algo que
molesta a todos menos a las mujeres. Además, lo reconozco, me peinaba con laca
de mi madre. Me hacía una onda en la frente estilo los Monkeys. Un grupo de
rock de la época. Algo normal en un chaval de esa edad y segundo de
bachillerato. Puro Rock and Roll, sin mariconadas de curas gays.
Estábamos en clase de religión cuando de
repente el cura me dice Aparicio. Yo me pongo de pie y sin esperarlo empiezo a
escuchar a Don Basilio decirme bastante enfadado:
Es usted un PELELE. Y bla,bla, bla.
Un sermón de cinco minutos que, ni me
esperaba ni me merecía. Basado fundamentalmente en mi peinado. Todo en el tono
represor y humillante de la época.
Aguanté la vejación y el chaparrón sin
rechistar, pero jodido y herido. Yo no me metía con nadie.
Pero lo bueno vino luego:
El cabrón me acababa de bautizar, también lo
hizo cuando nací, por segunda vez.
Lo de PELELE quedó en LELE. Gracias a la
abreviatura y a la generosidad de mis compañeros-amigos, que luego lo usaron
con saña.
Un mote de pueblo como otro cualquiera. Puesto
por el mierda de un cura con muy mala intención.
Que arrastro hasta hoy con resignación y
tolerancia aunque nunca he hecho honor a su significado.
Pues no me suelo dejar manejar por nadie.
Referente a los curas solo comentar que a Don
Basilio, a parte de preguntarle – curiosidad infantil – que lo de Darwin me
parecía más posible que lo de la manzanita no lo ofendí nunca.
Pero claro a
He visto curas comprometidos, en las veredas
de Colombia, rifando un cerdo atado a un
cordel para ayudar a los pobres.
También los he visto tirar la cruz y coger el
AK 47.
O ayudar a los necesitados en Vallecas en
nombre de Dios. Su Dios.
Pero esos son los menos.
No creo en nada. Pero voy a la procesión de
San Telmo porque me sale de los cojones. Y los fantasmas con casulla que por
allí pululan me importan un carajo.
La afición del tal Don Basilio a llevar los
monaguillos a su casa también me importó siempre una mierda.
Aunque claro viendo mi cara de aquella época –el
tiempo no perdona- y la de él el, es fácil comprender la saña de aquel tarado. La
misma que provocó en aquel tiempo la afición de los más hijueputas de mi pueblo –ya
los iré nombrando por aquí- a intentar estropearme aquella jeta, agravado el
asunto por mi desprecio y falta de interés por esos cachorros de “kies” locales
acostumbrados al peloteo de los jóvenes de mi localidad.
Así que a partir de ayer, me pueden apear
este tratamiento señores. Soy José Juan, Pepe o como carajo quieran.
Aunque sé que será difícil deslastrarme de mi
segundo bautizo.
¿Porque he esperado hasta ahora para ajustar
cuentas con el capullo y sus seguidores?
Muy sencillo porque antes, en mi juventud,
estaba ocupado pecando. Y va el tipo y se muere sin avisar. Y ahora tengo el
tiempo y la mala ostia necesaria porque estoy jubilado, quemado, jodido y
contento con el gobierno de la nación.
Hoy afortunadamente esto hubiera sido
considerado como un maltrato injustificado de un profesor a su alumno. En mi
época salí del instituto llevándome las últimas tortas.
La
extremaunción espero que me la de Don Basilio en el infierno. Cuando me vuelva
a bautizar por tercera vez.
Ahí nos vemos zopilote. Mejor después que
antes. Mientras tanto vete pensando mi
nuevo mote.
Y entrétente chupándole la pija al diablo, so
mamón. Que ya se sabe que te va esa onda.
José Juan Aparicio.
15-Octubre.2022.
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