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lunes, 16 de noviembre de 2020

HORÓSCOPO.




 

HORÓSCOPo.

Cuando trabajé en la radio, en los informativos y en los magazines, solíamos incluir el horóscopo. Igual que el parte meteorológico. Tradiciones periodísticas no más.

Yo presentaba con una compañera y entonces íbamos alternando, tán-tán. Tu Piscis yo Leo etc.

El cuento es que todos los presentadores, llegado ese momento, agarraban cualquier diario de los que había ciscados encima de la mesa y al tún tún, eso sí con la delicadeza de cambiarlos, pregonaban –mencionar aquí que hablo siempre de programas en directo- las prescripciones oportunas –para el día- de los diferentes signos. Donde ponía capricornio, leían lo de Tauro: “Buenas señales en tu karma, dulce sueño primaveral, juega al 8”.

Yo no cogía ningún diario, lo que sorprendía a los no acostumbrados, me divertía inventándome los consejos por mi cuenta y sobre la marcha: “Cuidado Aries, tu genio te traiciona, vete al cine, bebe con moderación” y mis envidiosos y tarugos compas se morían de risa.

Esta costumbre luego la convertí en broma.

Que use –a menudo- sobre todo con el género femenino.

Más o menos de la siguiente forma.

Antiayer –época Coronavirus- compartía mesa con una señora, terraza, distancia social, mascarilla, na de besitos pa saludar y demás protocolos de la OMS.

Yo leía el diario del bar (no sé si fuera de norma) y –mi broma funciona así- al llegar al horóscopo, miro a mi acompañanta y leo en alto: “Capricornio (el mío improvisado). Buena suerte en el amor, riñón infectado, sal a la naturaleza”.

La doña que no conoce mi maña se ríe y ahí, yo le digo: “¿Te leo el tuyo?”.

Claro contesta.

“Sagitario: Se avecina apocalipsis. CV 19. Cásate con un depredador. Llueve en tu alma”.

Me mira algo feo, se medio mosquea: “¿Dice eso?”, pregunta.

Le paso el diario, lee, ve que me lo he inventado, se carcajea, disfruta la broma y pregunta: “¿El depredador eres tú?”.

“No, ni tampoco la presa, yo sólo soy un superviviente, de los pobres –me gusta ir de pobre- dicen”. “Además orita no se puede comer de na, por los contagios”.

Al rato pagamos, mejor dicho paga ella, chocamos codos y cada quién pa su casa.

Ella se va pensando: “Se me escapó vivo este cabrón -con el hambre que hay en el confinamiento- aséptico y exquisito”.

Y yo divago: ”Los tigres -mejor las tigresas- sólo aciertan uno de cada diez de sus ataques en busca de presa”. Y, por otra parte, cuando hay miedo de que te coman, por muy pequeñitos que sean los bichitos- nadie piensa en coger.

“¿Será la próxima chiquitita?”.

 

José Juan Aparizio.

16-Noviembre-2020. (El año cabrón).

 

 

 

 

 

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