Cambio “Climático”.
No me gusta el aire acondicionado, el “clima” que dicen en
algunos países cálidos, además soy friolero o “friolento” que también dicen
allá. Creo que ya he escrito sobre esto, lo mejor, la temperatura natural que
Dios nos dio.
Pero me suelo encontrar con una bola de calurosos y
calurosas que cuando la cosa aprieta –lo que viene muy bien pa joder a este bichito
de moda- se dedican a amargar la vida a los demás.
Que si el clima del
carro a toda madre, que la puta habitación del hotel convertida en iglú y que
el calorón de los huevos.
Si se te ocurre –a mi ya no- deambular por esos sitios sin
la chaquetita de plumas, esa que se comprime y no ocupa nada, vas de culo,
mejor incluir gorra los calvos también que vale para el sol y para el frío.
He entrado en sitios de los que me largue corriendo. Me salí
de antros que insuflan chorros de viento glaciales cuando el hijo puta del
dueño llega con un “mandito” como el de la tele, apunta hacia arriba le
apachurra al sitio dónde pone + y en un segundo volvemos a la edad de hielo.
Podría meterse el mando por el culo, pero es que la gente prefiere morirse
fresquitos, por lo visto.
En pleno verano Écija, la sartén de Andalucía: entro sudando
como un pollo a un bar a por una cerveza fría y nada más traspasar la puerta
estoy a punto de sufrir un infarto porque se me congeló el aliento, las cejas,
los huevos y el alma en una milésima de segundo. Al verme salir corriendo el
hijo de la chingada del dueño salió a la puerta berrándo en adalú: “Zi ze eztá
mu frezquito”. Yo ya aceleraba mi coche como un poseso huyendo de allí.
Como mucho y en el máximo de mi tolerancia y solidaridad
comprendería temperaturas cómodas alrededor de los 20 grados en los sitios que
usan el “inviernito” de los cojones. No es natural, pero bueno. Hay que
condescender con los retrasados mentales.
A ver ahora con lo del virus si se lo piensan y aprenden,
pero lo dudo mucho.
Tendré que seguir conviviendo con los tarados –los que
queden después de la criba- suponiendo que yo también sobreviva.
Ya se sabe la felicidad son momentitos aislados y pequeños y
este mundo siempre fue peligroso.
Los tiempos de fiesta, vino y rosas no son ahora.
Pero quién sabe a algunos a lo mejor le toca volver a
verlos, con menos de todo –eso si- pero también con muchos menos cabrones.
La guadaña mocha parejo.
José Juan Aparizio.
1-Abril-2020.
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