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viernes, 22 de febrero de 2019

MOTO GUZZI RANCHITA. LENTA PERO SEGURA.




MOTO GUZZI RANCHITA. LENTA PERO SEGURA.

Madrid, año 1979, más o menos. Subíamos la calle Goya que está en cuesta, dirección al cruce con Alcalá. En mi Guzzi Ranchita. En aquella época no era obligatorio el casco, pero no podían ir dos personas en un ciclomotor. Y yo llevaba detrás a mi hermano Ricardo.
Aquella maravilla de máquina sufría un poco con dos personas encima y cuesta arriba –iba despacio, entendámonos- cuando nos pita un guardia municipal desde una acera próxima al semáforo que se cerraba y nos obligaría a detenernos.
Yo –tarugadas de la edad, la rebeldía y esas cositas- no deseaba una multa .más con la cual me limpiaría el ojete como hice toda la vida con esos “papelitos”. La verdad, sería una bobada. Amonestación, denuncia, libretita, escrito, el brother a pata hasta la próxima esquina. Total una broma, na de na.
Pero el instinto me hizo reducir una marcha, intentando –casi inútilmente- ganar algo de velocidad, empezar a tocar el pito para que se apartaran los peatones que cruzaban el semáforo con el “siga” que se dice en Mex a su favor y sortearlos como pude con todo y sus quejas, para saltarme la luz roja, no parar y evitar la multa. Ya digo una cabezonería, más bien instintiva, pues era una simple “notita” por ir dos en la moto.
Digamos que complique un asunto, que afortunadamente no se torció más, a lo pendejo. El caso es que sortee los peatones con fortuna y seguí subiendo la cuesta despacio, a lo que daba aquella preciosa “máquina”, cuando me doy cuenta que el guardia, un atleta sin duda, corría calle Goya arriba por el asfalto detrás nuestra, con pinta de alcanzarnos. Yo creo que araño la chupa de Ricardo como en los dibujos animados del Coyote.
Yo insistí, “La Ranchita” ganó velocidad –El nombre Mex y la Lupita ayudándome ya de aquella- y por los pelos nos zafamos de aquel representante de la ley y el orden.
Callejeamos cerca de El Corte Inglés para despistar y por allí atrás aparcamos la “bomba”, para refrescarnos con unas merecidas cañas en la desaparecida cervecería (otro puto banco) Cruz Blanca (Goya esquina Alcalá).
Allí brindamos, después de contarle la batalla, con “El Viejo”, mi amigo motorista de toda la vida a la salud de las Motos Italianas de Mandello del Lario. Puras máquinas de competición.

José Juan Aparicio.
22-Febrero-2019.



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