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martes, 26 de febrero de 2019

De matones memos a rependejos.



De matones memos a rependejos.

Una gran mayoría de los tontos de baba naturales de mi pueblo, de los de mi quinta más o menos, habían ingresado –su estupidez natural así lo aconsejaba- en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado: Policía, Guardia Civil, Ejercito, Marina, Policía Municipal etc. Las tres P: Placa, Poder y Putas (gratis claro).
Algunos además de burros e idiotas, eran aprendices de matones de pueblo. Pandilleros de cuarta. De esos que necesitan a su alrededor una bola de mamones haciéndoles la ola.
A la mayoría y a los dos o tres más “pesados”, según ellos, los tuve siempre enfrente, en peleas que casi siempre perdía.
A uno que le patee la cara, me lo encuentro cuarenta años después en el ascensor de mi hermana abogada. Iba a divorciarse –no hay quién lo aguante claro- y me dieron ganas de echármelo allí mismo.
De aquella tenía llave del garaje. Me lo tuerzo, lo bajo al sótano, meto el carro, meto el muertito en la cajuela, en la noche lo aviento en una cuneta y tán tán. Un tarado menos.
Hoy lo hubiera hecho.
Con el tiempo esos capullos han vuelto a aparecer. Separados, casados con bobas, recasados, solterones. Ahora deambulan como sonámbulos, vestidos de medio pijos, evejecidos y más feos de lo que siempre fueron y mira que eran feos de cojones.
Se acercan a oler, ver, preguntar y por si cae algo.
A mí, que estoy más tieso que nunca.
¿Envidia de que? Será por llevar una camisa limpia.
Tarde, pero a tiempo, me doy cuenta de que yo, que nunca fui buscapleitos, ni me metí con ellos, los tuve siempre enfrente chingando.
¿Por qué?
Muy sencillo su defecto nacional, son unos putos envidiosos y lo siguen siendo, además de incapaces de ná, que no sea de mamar de una teta oficial y segura.
Y les arde y les cuece su sangre de bastardos, que el de siempre, si ná, como siempre, se la rife mejor que ellos.
Y sobre todo, lo que siempre les dolió, que se me siga viendo bien acompañado. Y que lo poco que puedo gastar me luzca más que a ellos que nunca gastaron nada porque son unos codos.
Solo que horita, con el paro, la vejez y lo demás, que al bato le sienta mejor que a vosotros, cabrones, la paciencia también la pierdo.
Además, para mi currículo de chingón me vendría a toda madre bajarme a uno o mejor dos de esos ejemplares que ya están en la reserva y jubilados de todo, menos de la imbecilidad.
Lo dicho: “Pa pendejo no se estudia”.
“Y si alguno se molesta
 Con lo que aquí les digo
 Si se siente hombrecito
 Que venga aquí conmigo”.

José Juan Aparicio.
27-Febrero -2019.



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