Cadena Trófica.
La especie humana ocupa el la cadena trófica (La cadena alimenticia, también llamada cadena trófica, establece las relaciones alimenticias entre los
seres vivos. Es decir, qué animal se come a qué animal. ) un lugar parecido al del cerdo
y la anchoa. Es decir que el hombre comerá a muchos menos de los que se lo
pueden comer a él.
Lo que la mayoría de tarugos llaman civilización en realidad
es incompetencia y falta de adaptación.
Y esto es lo que
lleva a esta puta especie a su desaparición –bastan cien años para chingarse al “homo sapiens”- y devolver al resto del planeta al orden natural del que nunca se hubiera
desviado, de no prosperar semejante plaga, me refiero evidentemente a la
humana.
Lo de los palitos o el chocado de piedritas para hacer
chispas, me parece bien, igual que la pajita para comer hormigas, pero el resto
es una imbecilidad del tamaño del mundo.
El tejón se tiene que levantar a diario -trabaja de noche- a
ver lo que pilla, lo que bebe y dónde se mete para estar calentito o fresco,
según el clima y estación del año. Y si la cosa está campeona por su rumbo, va
y se muda. No le queda de otra. Y a chingarse. Es una puta lucha diaria.
Y sí, los hay más previsores, codos, cutres o puyas. Las
ardillitas almacenan nueces y avellanas, las hormiguitas migas de pan y las abejitas
miel. Pero ni con esas. Tienen que chambear igualito y a diario.
Y a la mayoría de esa raza se les pasa el día entre buscar
pa comer, pa beber y pa dormir tranqui, seco y sin que te jodan.
Mientras una puta bola de cabrones –o sea nosotros, esos que
se llaman hombres- se creen que tienen tiempo para ver la tele, correr en una
cinta o hacer jilipolleces con una raqueta en la mano.
Hacen tiempo que se olvidaron de que hay que girársela a
diario y a veces con más de un hijo puta por jornada.
La raza animal –repito- adelgaza ayunando, andando como
cabrones, cazando, recolectando, pescando, buscando agua y jugando cuando queda
algo de tiempo libre y disfruta durmiendo como un lirón cuando llega a su casa,
el día que tiene casa.
Y tán tán. Tan felices si el día de mañana amanecen con un
poquito de sol.
Sí, ese astro que calienta nuestras vidas, cuando ya se
encargo algún hijo de la chingada de enfriarnos el alma.
José Juan Aparicio.
Martes-13-Noviembre-2018.
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