PERROS,
PAN E HIJOS DE PERRA.
En Galicia acaba de salir una ley que prohíbe eutanasiar
animales en las perreras y centros de acogida. También pretende impedir dar de
comer a perros y gatos de la calle (multas hasta de 500€) y recoger o adoptar
animales abandonados (multas hasta 5000 €).
Lo de “Darles la bola” (albóndiga con estricnina) a los
canes es algo tan cabrón como tradicional en este país, hasta el punto de que
refiriéndose al asilo de ancianos de mi pueblo, muchas personas mayores
comentan: “Yo no quiero ir ahí que te dan la bola”.
En realidad en estos centros de recogida de animales
callejeros, el método que emplean para chingarse a mininos y chuchos es una
inyección letal. Algo muy compasivo para dormirte en el sueño eterno. Y lo más
cachondo es que contratan sus servicios ayuntamientos como el de Salvaterra do
Miño.
Con lo cual este aspecto de la nueva ley me parece un
acierto (prohibición de matar perros y gatos abandonados a los centros de
recogida), falta ver como se va a cumplir.
Lo de multar por ofrecerle una papa frita de tu bolsa al can
hambriento que se te acerca amigable, o invitarlo a subir a tu carro para quedártelo
(siempre que lo atiendas debidamente) ya es otra cosa. Como las señoras mayores
que ponen latitas de agua para que beban los gatos, les ponen alimento en la
calle, echan migitas a las palomas (las ratas del aire que estaban ahí antes
que nosotros) o las gaviotas de Vigo que joden muchos a los bares con terraza
porque se comen descaradamente los pichos.
Pues teniendo en cuenta que lo de buscarse el agua (de beber
no dice nada la ley) esta campeón muchas veces para los animales callejeros
creo que debería verse el asunto desde otro prisma.
El que introdujo especies salvajes en su casa y para su
conveniencia, como todo el mundo sabe a estas alturas del partido, es el
hombre.
Cuando no le interesan se deshace de ellas y ahí están, ahí
se quedan, en el puto planeta y dónde pueden o dónde se les pega la gana.
Y tienen que buscarse la vida como todo dios.
Y si un guey les da un bistec, una papa frita, un cuernito
(cruasan), mejor si es de concejal, concejala o alcalde, pues que bueno ya
merendó el perrito o el gato.
Y si un pobre, se lleva un perro con el para que le haga compañía
y se den afecto y calor en la “perra calle” mucho mejor.
Y lo de acatar leyes y pagar multas es todo muy relativo.
“Si señor,agente como no, tiene usted razón, ya sabes que
las pocas veces que tienes razón me gusta dártela amigo, ponme la multa que soy
un transgresor”.
A esas alturas de la película el perro, que estará
abandonado pero de tonto tiene mucho menos que el guardia, ya se habrá largado,
pues tampoco le caen los uniformes.
Tu recoges tu multita, la doblas con cariño, le das las
buenas tardes al representante de la ley: “Perdone señor no lo volveré a hacer”.
Le mentas la madre de dientes pa dentro y: “Si me excusa porfa que tengo apuro
y me voy al excusado, buenas”.
Entras en el baño público del parque municipal, te ciscas en
todas las autoridades, desde el legislador p´abajo y como allí andan escasos de
papel higiénico te limpias el ojete con la susodicha multita.
Y tan tan.
José Juan Aparicio.
13-Septiembre-2017.
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