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miércoles, 6 de septiembre de 2017

“No me da la virada”.



“No me da la virada”.

Es una expresión muy “mariñeira”, se lo oí a un cabrón de Cangas concretamente, que quiere decir que no “das hecho”. Que se te acumula el “chollo” (trabajo en gallego). La usan los marineros para decir que el espacio, las condiciones meteorológicas, el propio mar, el barco o su propia seguridad no les permite girar, o dar la vuelta a su embarcación, como, dónde y cuando ellos quieren.
Con la extensión del uso  este giro lingüístico se torna coloquial en estas zonas y quiere decir que algo está cabrón o campeón (muy difícil) que dirían en Mex.
Aunque habitualmente soy yo el creador, el que matiza, trabaja adorna y crea vocabulario en esta ocasión voy a adoptar el modo por la vía rápida, como hacen todos mis fusiladores, robándolo directamente.
Para enriquecer la lengua castellana, el español, aunque algunos ilustrados en Mex digan que hablan méxicano –les recuerdo que ustedes “No cantaban mal las rancheras”, cuando llegaron los bárbaros (nosotros) de España, sin pisar Colón por ahí la esclavitud estaba de moda y se ofrecían vírgenes y corazones palpitantes (siempre en aras de lo divino) a esa bola de deidades que tenían por allá- les recuerdo que en toda América latina se habla español, no peruano, argentino o chileno. Igual que en brasil, se habla portugués, no brasileño.
 Pues eso, que me gusta lo de "La virada".
Porque disculpa a los pendejos y lo hace con gracia.
 En el mar y a veces también en tierra, la virada tiene que estar calculada con antelación y premura, porque –muchas veces el mar y la tierra tampoco- no perdonan, no dan una segunda oportunidad. Pueden preguntarle a Pérez Reverte, Dudley Pope o a Jack Sparow si prefieren.
Al “Franses” (le dicen así por lo de sus padres emigrantes en Francia), mi amigo de la mili de Bueu, un tipo simpático y honesto, pero peligrosísimo cuando está tomado –y lo esta a menudo- le agarraron remolcando una planeadora de un amigo que se había chingado y lo mandaron directamente al bote. No se si llevaba tabaco, la blanca, costo o un remix de los tres productos. Luego explico a sus patrones lo de la duda –“La virada”- estaba claro, pero no evidente. Recoger al otro piloto y largarse en su lancha abandonando la otra y la carga, algo también chueco, o remolcar, algo muy jodido. De hecho los cazaron por eso.
Por pendejos.
Si, pero que patrón se crea lo de: “Se nos averió el bote jefecito y vino la federal y se llevó carga y lanchita”. En muchos sitios eso te lleva a almacenar plomo en la cabeza ayer. Y la otra alternativa te lleva directo al bote defendiendo carga y medios de transporte.
En esos casos y con la tecnología de hoy –en aquella época era otra cosa- lo mejor es reportarse: “¿Qué onda patroncito?” y acatar ordenes, pero siempre con la duda sembrada y la desconfianza calentando el parque de la UZI. Cuando algo se tuerce se tuerce de verdad.
Nuestro amigo no “Dio virado”, decidió rápido y a lo mejor mal y se fue al trullo. Aún así tuvo suerte y le echó cojones. En la Galicia de aquella época, tendríamos todos veinte años –y en la de orita igual aunque digan misa los de la ley- se compraban voluntades con algo de lana.
“Mire jefecito –soltó su órdago el “Franses”- cuando lo visitaron en el “caldero”, a mi me saca de volada que usted tiene su influencia, si, le va a costar la lana, pero yo me la rifé por ustedes, así todos felices y tán tán, sino ya sabe suelto todita la sopa: los jefes, cantidades sitios etc. Aquí si se la jugo mi carnal, en Mex se lo hubieran echado, pero en “La tierra blanca gallega” de aquella época no convenía hacer ruido. Lo sacaron, sin juicio ni madres y claro lo largaron de la chamba. Y tán tán.
No se dónde se metió ese fichita, pero estoy deseando encontrármelo, por Bueu o por las Rías, últimamente voy bastantisimo por allí.
No más para aventarnos unos tequilas y unos cacharros que dicen en el mar. Aunque tenga que bajarlo de la mesa de la taberna donde se me pone a zapatear y salir corriendo para que no nos maten cuando se ponga a meterle mano a la jefa delante del marido. Que es exactamente lo que nos pasó la última vez que celebramos.

José Juan Aparicio.
6-Septiembre-2017.



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