Cuando no tengo para camisas “Norteñas” chingonas, me visto
con lo primero que encuentro. Ropa de difuntiño, herencias varias y alta
costura del siglo pasado.
Cuando me pega la gana me levanto con to y legañas y me
largo a desayunar fuera hasta que escampa el día. Ya saben aquella tarugada de
“hasta que no me tomo un café no soy persona”.
Peo cuando me maqueo bonito para pasearme por los antros
tengo la mala suerte de parecer –ojito sólo parecer- millonario.
No se si será por el porte y la distinción natural de mi Ma,
mezclada con lo amable de mi Pa o la vena chingona de mis tíos Lola, Purita,
Justo y Ramón.
El caso es que me toman mal la matrícula y eso me trae
algunas dificultades.
Como lo codo (tacaño) no me queda, cuando hay lana la pulo y
me divierto.
Entonces se me abren puertas y me quieren echar el guante
hasta que llegamos a mi carro que es una carcacha y ahí se me despiertan las
criaturas “cayéndose de la nube que andaban”.
Orita traigo carro chingón, que da el pego y entonces la
cosa se prolonga un poco más.
Y claro cuando se enteran de que lo mío es la improvisación
–dentro de la ruina- les da el camafate (yu yu).
Esta última vez en Mex e ido a pata, lo cual ya no me coloca
entre los narcos con troka del año. Ni p´al Tsuru 78 daba, así que de no ser
por lo de la pinta me hubiera ido como “en feria” y con poca feria (dinero).
Pero como iba a chambear en lo de mi grupo norteño, pues a
eso me dedique, tragos y parrandas aparte. La chamba no me quita lo pintito.
Eso si todos los pinches músicos que contacté, son unos
güeyes con familia, novia y vida familiar, vieja, chamacos, suegra y demás
chingaderas. Además se la pasan reportándose con ella tol rato por el cel.
Hasta en el mismito escenario y en plena tocada.
Y es que los que quedamos solteros en este negocio se
cuentan con un dedo de una sola mano. O sea quedo yo solito.
Girándomela y batallando con mi pinche pinta de millonario.
José Juan Aparicio.
22-Junio-2017.
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