Sangre
de atole.
Una hiper-mega-zorra, tapada, en una conversación referente
al soberbio –una de sus múltiples habilidades- de Mario Conde, lo disculpaba
cuando le comente su despótico comportamiento delante de su esposa (lo vi en
vivo y en directo en la noche madrileña de aquellos tiempos), diciendo que eso
es: “La vida misma”.
El memo de Tui –mi pueblo- mando a su - luego después de
muerta adorada esposa- para casa acompañada de sus guaruras (guardaespaldas),
mientras el siguió la farra acompañado de una profesional. Y lo hizo en la cara
de toda la concurrencia.
“La vida misma”. Aquella secretaria, moderna-antigua,
consideraba que la “Vida misma” de su feminismo declarado era aprovechar las
oportunidades de “La vida misma”, para redondear su sueldo y asegurar su puesto
de trabajo acostándose con su casado jefe. Nada que objetar a este tapado
comportamiento ancestral. Pero claro aquella secretaria antigua también
considera que “La vida misma” es permanecer de segundera en la clandestinidad
porque el antiguo “que dirán” es la opción más sana a una relación
moderno-antiguo-liberal.
“Mira chata, si te avanzas a tu jefe, ten los huevos de
hacerlo a las claras, con sus consecuencias”. “O es que tienes ATOLE en las
venas.
ATOLE: Bebida prehispánica, dulce, hecha de maíz y de
espesor considerable.
De ahí lo de que fluya con dificultad por las venas en el
famoso dicho mexicano.
“TIENES ATOLE EN LAS VENAS”. Pasas de todo, eres un flojo,
un huevón y no te inmutas, por acontecimientos, circunstancias u ofensas.
Y al que le choca esa expresión desde hace tiempo es a mi.
“La vida misma”. En unos hiper-mega-machos. O unas Hiper-mega-hembras. Siempre
de gallitos y gallitas dispuestos a poner sus pantalones o faldas delante de
todo y todos.
Ojo, lo cual me parece bien, que no se dejen pisar.
Pero claro que luego miran para otro lado cuando a su novia
o mujer, novio o marido –de todo hay en Chihuahua o Toledo (aquí pasa lo
mismo), su amante le da el enganche (entrada) del carro nuevo, le paga las
letras, la mecánica y el polvo semanal –los casados tienen poco tiempo y
robado, como muy bien dice Isabel Allende- con comida en Sanborns, o si hay
apuro, un simple cafecito en el OXO, que es un sitio muy discreto.
Pues a este plato típico de la cocina –más tradicional-
mexicana, aunque repito bien podría ser también de la cocina gallega pues aquí
se la rifan igual, güeyes y morras, le he dado en llamar:
“ENSALADA MËXICANA”.
Un plato –como no- con mucho chile pues comen de el a la vez
unos, otras, maridos, maridas, amantes, primos, vecinos, jefes, jefas, los del
brinquito online, los de la “vida misma”, los babosos, las babosas y los de su
rechingada madre.
Hasta, a menudo, puede que comamos tú y yo, espero que sin
darnos cuenta.
Por eso conviene ponerse listo, entrar en la partida y mirar
alrededor.
Y en vez de seguir las enseñanzas de Mario Conde o de mi
conocida de “La vida misma”, mejor aplicarse el cuento de Amarillo Slim, un
famoso tahúr gabacho (yankee),que dice así hablando de poker.
“MIRA ALREDEDOR DE TU MESA, SI NO SABES QUIÉN ES EL PRIMO,
ENTONCES EL PRIMO ERES TÚ”.
José Juan Aparicio.
29-Enero-2017.
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