Los que estorban.
Todos tenemos un pasado que no podemos borrar, el futuro es
incierto, pero el presente podemos acomodarlo hasta cierto punto.
- Si vamos a hacer negocios de esa clase y por lo que se de
ti me vales para eso, tienes que dejar claro –por anticipado- que no te dejas
pisar. Comento aquel futuro socio interesado en el buen hacer de Spy para las
negociaciones complicadas. Un tipo paciente como buen luchador a cuchillo que
era. El mejor en eso y en la platica complicada también. Algo había en su voz
–acompañada de su planta- que hacía pensar a los muertos y a los que lo iban a
ser que todo tenía solución. Que aún había esperanza. Esa era su baza.
- No importa que hayan creído que es así, que eres
“transigente”, siempre puedes aclarar las cosas de forma “evidente”.
- Así que como todos tenemos enemigos, lo primero que debes
hacer, es echarte a los más importantes, no hace falta que sean muchos, tres o
cuatro son suficientes. Los que te hayan chingado en los negocios o en el amor,
esto último es importante, para que vean que no sólo te mueves por plata, sino
también –fundamental- por coraje.
- A las viejas no –aunque sean reputas- da mala imagen andar
por ahí matando mujeres y mejor respetar a las familias, un rollo algo antiguo,
pero te miraran con más cariño tus oponentes si te vistes con ese toque
entrañable que da el: “Ser pariente de un hijueputa no basta”.
- Así que elige bien, lo ideal sería primero un policía, que
son los que más chingan –bueno, está bueno, si es un guardia civil como tu
abuelo también vale- seguro que vale.
Esos consejos fueron de utilidad.
La lista fue breve, pero intensa:
-
El
guardia civil.
-
El gitano.
-
Uno
de una inmobiliaria que le transó una lana, dijo pago tanto y le pago cuanto.
Ya le había amenazado con tirarlo de un balcón y el tipo se cagó. Pero lo dejo
pasar para no ir al bote. Todo en su momento. Orita era el momento de acabar
esa chamba y empezar otra por ahí mismito.
-
El
loco.
-
Dos
porteros de antros.
-
Un
vecino molesto.
- Hazlo de diferentes maneras, en la
variedad está el gusto. Mejor nada de tiros –la prueba de la pólvora y esas
chingaderas- ni motosierras, las “Matanzas de Texas” no se llevan.
- Te los va a venadear mi raza, te
llevas p´allá media docena, les dices y ellos te los entregan vivitos y
coleando, claro si no se infartan por el camino cuando vean que se les acaba el
corrido.
- Te tienen que ver la cara, nada de
discursos ni “corajes pendejos”, ya irán con cinta americana en la boca para
que no chinguen con oraciones ni tarugadas. Una vez te ven ya saben quien eres
y de que se murieron.
- Todo sencillito.
- Te los echas TÚ y punto.
- De aquí al mero negocio. Los
periodistas que digan lo de siempre: “Se murieron siete de repente todos
juntitos y variados”. “Ajuste de cuentas de los narcos”.
- Nadie sabe que fuiste tú –eso es
lo bueno- pero muchos se lo imaginan. Es importante lo de que alguno sea
pariente, para que se note que los lazos familiares no impiden “sanar” los
negocios.
- Al fin y al cabo todo el mundo
tiene alguien que le estorba y se puede quitar de en medio –dice un sicario- o
con plata o con huevos. A elegir. Lo bonito es una mezcla de los dos métodos.
- Ah y ten en cuenta una cosa: “Si
el chamán de la tribu hace su magia sonando una maraca y tu llegas en plan
chingón tocando la harmónica, le vas a caer regordo fijo”.
Al final el “hombre” se dio cuenta
que “ventilarse” a siete cabrones fue fácil y no constituyo ningún problema
moral o de remordimientos, muy al contrario fue una auténtica terapia.
Quien lo diría de uno que ganó todo
luchando a cuchillo, pero que no tuvo nunca que dar piso a ninguno en esos
combates dónde la sangre mana siempre.
Y de ahí al mero negocio………………
José Juan Aparicio.
26-Enero-2017.
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