En la farmacia del pueblo el aire acondicionado está a todo
lo que da. Menos mal que es un sitio para cuidar de la salud. Con la puta ola
de calor que tenemos entro en la botica con la camisa sudada y de repente
plaff: “En la torre”, el Polo Norte en la bajada al Río Miño.
“Que bien, que fresquito”, dice la subnormal de turno que
acaba de entrar.
Como delante de mí atienden a otra pesada del quince y la
manceba tampoco tiene prisa: “Tú haces como que me pagas y yo hago como que
trabajo”, paso unos diez minutos esperando mi turno y congelándome, con ganas de
empezar a mentar madres.
Al final me devuelvo a la calle después de un cuarto de hora fresquito en el infierno blanco, ya con carámbanos colgándome de la nariz.
La principal afición de los paisanos de estos lados es la desbrozadora,
ni fut, ni chelas, ni alvariño ni na ,un chute de desbro a tiempo y listo.
Primero la desbrozadora y enseguidita el chisme.
“A Manoliño lo ingresaron ayer, como no llevaba gafas ni
careta de protección se le clavó una ramita en el ojo mientras desbrozaba y
bueno pues se los llevaron a los dos p´al hospital, a el por un lado y a su ojo
izquierdo por otro pinchado en un palito como aceituna”.
“Todo muy rápido, con el calor lo meten en la habitación-nevera
y corriendo al quirófano-iglú”.
Salió todo muy bien, el ojo le quedó como el del culo, un
poco torcido pero ok, pa mirar ya tiene el otro, ayudó mucho la crioterapia”.
“Orita lo lleva siempre muy guiñado y las viejas se creen que las galanea a
todas”.
“Eso sí, volvió a ingresar ayer con pulmonía, por lo del
aire”.
“Ya pidió que le pongan la calefacción en la suite, que se
quiere largar pronto que la desbrozadora se quedó sin hilo y hay que ir a
comprarlo”. “Hay mucho que cortar, que con este calor el monte es una bomba”.
Y la desbrozadora un arma de destrucción masiva con
posibilidades letales.
Como se enteren algunos ni AK ni madres.
José Juan Aparicio.
28-Julio-2016.
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