Suelo tener abierta la puerta de casa, de esa forma los
perros entran y salen cuando quieren.
Después de apagar la compu y acostarme quedó así pues se me
olvido cerrar.
Hablo de ayer noche, me acosté con un catarro de la chingada
que me está reventando durante más de cuatro meses, además viene acompañado de
una tos cabrona.
Dolor de pecho, espalda y demás, la doc dice que no es na
pero creo que la cosa se está torciendo.
Tarde mucho en dormirme.
Cuando me desperté estaba empujando la puerta para cerrar,
pues esa señora de la guadaña hacia fuerza pa entrar, entonces zongo y rubio
saltan a mis brazos, como para ayudar con su peso en el empujón y ahí le
conseguimos, eché la llave, cerré otra ventana entreabierta de rapidín y pa
cama a toser de nuevo.
En mi cabecera está La Virgen de Guadalupe: “Gracias Lupita, ya se me
hacía a mi que contigo en el mariachi esa hoy no entraba”.
Y renové mi promesa de
-como hice la primera vez, del aeropuerto a tu basílica- na más volver a
pisar Mex ir a comprarme mi segunda medallita.
La verdad es que anoche no esperábamos visita y pobres como
estábamos –ni pal tequila-
no era plan dejarla entrar para convencerla con traguitos y
rancheras. Así que lo sentimos, será para la próxima o para otra –lo de entrar-
lo de acompañarla ya es otra rola diferente.
Y como me choca que me pillen con el paso cambiado en medio
del corrido ya he tomado medidas. Fuera de la cartera y pal pecho tu medalla.
Ni en todas las camas que duermo –pobre sí, pero lanza también- está la
madresita encima.
Ya bastante cabrón va a estar rifármela sin mis dos amigos
–Rubio y Zongo- al lado lanzando tarascadas en plan:
“Nosotros no nos vamos a
ir sin pelear”.
José Juan Aparicio.
12-Mayo-2016.
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