“El Wero Aparicio y su Durango S.A.” Habían ido de tocada a
una boda.
Al estilo sierreño: “Hasta que se acabe el mezcal o hasta
que comience la balasera”. Pero no hubo tal. Todo corrió –primero Dios- en
santa paz.
Les habían avisado en Oaxaca, sin aspavientos, una tocada de
las discretas, con harta lana y sin límite de tiempo. Contratada de palabra y
con apretón de manos: “Músico pagado hace mal son”. Así son las cosas en Mex,
na de adelantos.
Aquella banda se había puesto arriba, estaba en el top de
“Banda Max” y sonaba “a toda madre”, decía el peluquero de al lado del zócalo
de la cuidad.
“Me para en mitad de una rola chingona –Todas las nuestras
lo son patrón, añadió el wero- y me hase el anuncio tal como le digo”.
Ok jefe.
“Cuando me llevo mi lana
Yo me la gasto deprisa
Por eso tu me miraste
Como si fuera divisa”.
Aquel corrido con ritmo de cumbia-ranchera traía a toda la
raza encendida bailando al brinquito como sin no hubiera un mañana.
Entonces y justo detrás del adorno de acordeón, seguido por
las trompetas la banda se calla de repente y recibe una pitada del quince.
Más de uno estuvo a punto de sacar el fierro.
Relax señores –dijo rápido el cantante intentando serenar
los ánimos- el patroncito me comunica que por favor miren sus celulares.
Aquí se calmó el público picados de la curiosidad y el
chisme.
A estas alturas de la película conviene decir que Guadalupe
Sanches de Totolapa Oaxaca, el patrón, también era el novio. Y que esto que se relata es el baile de
su boda. Que era de las “chingonas”.
Mariachi al salir de la Iglesia , con tequila y
tirada del ramo a las chicas. Un par de morras casi se agarran del “chongo”
(moño), tal debía ser su prisa en ser las siguientes en pasar por el altar.
Gracias a la sensata intervención del vihuelista del mariachi el ramo se convirtió
en dos, todas contentas besándose al final con lagrimita las dos y haciéndose
fotos con el músico.
De ahí al banquete en un rancho, con birria, cabrito, res y
todas las demás lindezas del “Master-Chef” mexicano.
Luego de besos, fotos, felicitaciones, ráfagas de cuernos
chivo y demás. Ya todos bien prendidos y tomados, al puro baile.
Cuando todos aquellos tipos se llevaron instintivamente la
mano a sus bolsillos buscando el celular suenan a la vez todos los teléfonos
del público.
La gente lo flipa en colores, más cuando miran la pantalla:
“Vivan los novios, sigan con la fiesta cabrones y gracias por venir”. Este era
el texto sobre un fondo de imagen donde se veía a Guadalupe y a Marta
enmarcados por un corazón ribeteado con la bandera mexicana.
Las mujeres se pusieron chillonas (lloronas) y a los tipos
se les avivó la sed. Hubo como un descanso de diez minutos con empujones en la
barra, chelas y mezcal hasta que un güey mamadísimo saca un cuarenta y cinco,
lo vacía al aire y dice: “Música carajo y vivan los novios”.
La banda siguió tocando y aquellos endemoniados raspando
piso de tierra y levantado una polvareda de los mil demonios con sus botas de
avestruz.
Por cierto, el responsable de lo de lo de los celulares era
el último fichaje de Lupe. Un chamaquito de veintitrés años, que tenía un puesto de chapa de 2x2
metros en la Avenida Tlahuac
del DF. “Se componen compus y cels” decía la pintura encima de la ventana y es que Axel era un ardillita de la
informática y aquel su mejor trabajo hasta la fecha. Más simple que un ocho
–dijo el- cuando le hicieron el encargo. “Pero tengo que haserlo desde dentro
patroncito”, comento auto invitándose a la boda. Lo habría hecho desde la luna
si fuera necesario, pero por nada del mundo quería perderse la boda de su futuro
patrón. Este se dio cuenta y se sintió halagado con la pretensión del joven.
Claro muchacho estarás en primera fila y de paso como te cae haserme los videos
y las fotos.
“Pa luego es tarde mi jefe cuente con ello me llevo a mi
chava pa que me ayude”.
Lo dicho una boda de pueblo la de Guadalupe y Marta. Lupe se
la rifaba en la frontera y subió deprisa, a Marta la conoció de criada de una
doña mandona, en casa de uno de los políticos que había que engrasar.
Con el tiempo Lupe quitó y puso presidentes en su país y
Marta se chingó a más de una dama de la sociedad. Pero ese es otro cuento.
Así termina esta ñona historia de nupcias.
Colorín colorado esta boda se ha acabado.
José Juan Aparicio.
6-Julio-2015.
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