El
nuevo-viejo truco. (Parte 1 de 2).
Barra de la Discoteca
Olimpo , una de esas de gente madura, dos quince de la mañana
sábado.
Mi amigo el wero está de “tranqui” acodado en la barra dando
cuenta de un gin-tonic.
De pronto se acerca una hembrita –de las chidas- deja su
copa de cerveza en la barra, a tres cms de la copa de mi carnal y se va,
primero a la pista, jala a su amiga y salen a la puerta a fumar.
En esta España mía y nuestra, no dejan ya, fumar dentro de
los antros.
Tons es cuando el güey de nuestra telenovela deja de hacerse
esferas con la última morra que le trae en chinga y pisa de nuevo la tierra.
Mira alrededor, el barman distraído, las amigas bailando
bachata a todo dar, el cachas del gimnasio que acompaña al grupo filpandolo con
los esteroides y toda la bola de pendejos de la manada baboseando con la que
tienen más cerca. La ocasión ideal.
Nuestro wero –llamémosle X- no lo duda un segundo y se
“aprieta” sin pestañear la chela de la morra de un solo jalón, posa de nuevo la
copa en la barra, donde estaba y a esperar paciente, sin prisa.
Cuando aquella chula se regresa a recoger su copa – no se
porque chingados- lo mira a él:
-“Pues si amor, vino uno con mucha sed y se trago su alipuz
luego luego, yo lo ví tan prendido que no quise bronca, además pensé –mintió
descaradamente- que usted ya se devolvía pa la casa”.
- “En fin, que le hago, pos ni modo –decía en modo reproche
aquella mujer- toca chingarse, además yo solo bebo una que luego me quitan
puntos de la lisensia del carro”.
-“Pos que le va a hacer cuerito, tomarse otra Tecate, que pa
luego es tarde, ya se la pedi yo al mesero y la invito”.
Aquí se ríe Susi – así se llamaba- agradece, se pone
coqueta, pos si que bailo.
-“Que suerte lo de ese vato borracho, que ya tenía amargada
la noche y me aparese una prieta cañón”.
-“Ji ji ji que cosa, usted me quiere sacar de onda”.
-“De tu bonita
porfis”. Dijo el wero pasando de la jerga Tepito a Polanco sin despeinarse.
“Lo tienes todo ok y me muero por tus huesos etc etc”.
A la final grabó el número de cel de la morra en el suyo, le
hizo la perdida para que se quedara en el de ella y se despidió con un:
“Pues esta semana te llamo presiosa”.
Más dos besos, de esos que buscan más los morros que la
mejilla.
Cuando se subió al carro –no se porque chigados- se le vino
a la mente aquello que dicen las chicas entre ellas de:
“Nunca te acuestes con un hombre la primera noche, a no ser
que también vaya a ser la última”.
En seguida la parte 2: “Pos que dicha”.
José Juan Aparicio.
21-Julio-2015.
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