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martes, 26 de agosto de 2014

COMER EN LA CALLE


COMER EN LA CALLE

Días atrás en Oaxaca una doctora me desparasitó, cosa que en España no se hace, pero que aquí es usual. Treinta pesos en consulta y cuarenta en medicamentos.
Había quedado algo tocado después de unos mezcalitos y alguna comida corrida en la calle.
Como me meneo en carro de uso y sin prospectos, gilipolleces y recomendaciones de agencia, pues eso de no beba tal y no coma cual, no se me dio.
Aquí se lleva mucho para la desinfección una especie de vaselina en tubo que se llama: “Gel para manos”, bueno algunos elementos también le llaman “Ojel”, cuando lo utilizan en otros conductos.
La peña se embadurna las “manijas” en la mesa y siguen tranquilamente meneándole al cel, el cual también queda desinfectado y engrasadito a tope.
Doña Panchita me trata de cine, su comadre me lava el carro todos los días sin pedírselo y desayuno mejor que el Ritz. Mi estomago y mi bolsillo se lo agradecen y de codo no tengo na, ya les haré las cuentas de mi paseito en otra ocasión, pa que los que se animen vayan ahorrándole.
Lo reconozco, soy tiquismiquis y repugnante para la comida -que no para la bebida y la fruta- pero de lo que me gusta, lo como dónde, cuando y como sea.

Más aún si matan para mi el único pollo en veinte kilómetros a la redonda.
Así que, no más pasarles la carta, para que ustedes escojan. Desearles buen provecho y una única recomendación:
Cudadín con el último plato, el que va detrás de las “sanahorias”.
Ese mejor no tomarlo en la calle, ahí no más le cae a los jotitos. Como nuestro presidente, o el de México. Que en eso van parejos.

José Juan Aparicio 26-Agosto-2014.






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