PEPA LA LOBA
Fue una bandolera gallega del siglo XIX a la que sólo le
faltaba un corrido, que hice yo, con mucho gusto.
Lo que pasa es que, pese a la insistencia de algunos
pendejos en acabar con los lobos de este país, aún quedan algunos y algunas.
-
“Buenos
días, dijo la werita de Michoacan cuando mostró su cuarenta y cinco al
vigilante jurado de aquella sucursal de mierda de La Caixa de Galicia”. Esperando
que al menos hubiese allí seis mil euros. Aunque era consciente que no merecía
la pena ir al bote por esa cifra.
-
“Dame
tu fierro y no pestañees, porque te doy piso cabrón”.
Había entrado sola, a su modo, su voz y la sonrisa de sus
ojos negros- lo único que se veía por encima de un pañuelo de atracador del
far-west- no dejaban lugar a la duda.
Si hacía falta una se moriría donde fuera, pero agotando el
parque, eso sí.
-
“Las
putas en pie, a la derecha y enseñando las tetas yaaaaaaaaaa, para entretener a
esta panda de babosos”.
-
“El
dire, conmigo a la caja y los lameculos en el suelo, con las manijas tapándose
las orejas.”
-
“Si
alguno toca el timbre, me lo echo”.
Apenas pasó un minuto y la situación estaba controlada.
Otros dos minutos para llevarse la lana –poca cosa-
dieciocho mil euros.
-
“A
ti, espero que te boten por dejarte atracar por una hembrita wey, le dijo a
aquel hijueputa tocándole los huevos con la punta del cañón de su colt”.
-
“Se
me relajan, rezan diez padrenuestros entre todos oritaaaaaaaaaaaa y luego a
dar el pitazo, chao guevones”.
Padre nuestro que…… se oyó a coro, mientras Espe, en España Pepa
la Loba, salía de
la sucursal guiñándole burlonamente el ojo al segurata.
Caminó hasta la
Yam , que tenia en la esquina y se piró, levantando rueda.
A dos kilómetros de allí cambió la burra por una furgo y se
fue para casa.
“Eran muchos más los querían echarse al monte con La Loba , para huir del hambre y
de la miseria, que los que ella estaba dispuesta a admitir a su lado”.
Leyó Espe en la página 157 de la novela que estaba leyendo:
“Pepa la Loba ”,
de Carlos G. Reigosa.
De ahí al final, la 214, acabo el libro del tirón en hora y
media.
Después se subió en su carro y se dirigió a su local: El
Salón México, en Arbo, Pontevedra.
“Corridos, tequila y baile” ponía debajo del cartel
luminoso.
Al entrar, el acordeonista de la banda residente del único
local de música norteña de Europa cantaba:
“Brilla tu estrella en el cielo.
Te estas jugando la
suerte.
Pues si te
encuentra la muerte.
No va a quedarte
consuelo”.
Un corrido sobre una bandida gallega.
A esa hora y ese día, como casi todos, el local ya estaba petado
y el encargado se dirigió a la jefa y le dijo:
- “Doña, el gitano de la esquina de la barra esta tomado y
jodiendo al personal”. Quiere que………..
- “Tranquilo Sinaloa yo me hago cargo”.
- “Buenas noches tenga señor, soy la dueña del local y le
rogaría sea tan amable de acompañarme”.
- “Mira payaaaa, no
me jodas, que toi bibiendo tranquilo”.
De repente el cañón del curenta y cinco se adentró en la
boca del mamarracho, que automáticamente se meo y balbuceo: “Verás cuando venga
con mis primos guarra”.
Y ahí fue donde la puerca –que no la guarra- torció el rabo.
La bala salió por la nuca de aquel idiota con labio leporino
y se incrusto en la foto de Los Tigres del Norte que adornaba la barra.
Casi nadie se dio cuenta con la música y lo demás.
Y los que lo hicieron, se cuidaron muy mucho de olvidar el
incidente en el momento.
Simón “El Chacho” apareció horizontal en su sitio del
mercadillo, con una notota que decía: “Paga la merca cabrón”.
Y los testigos. ¿De que? No los hubo.
Nadie quería como enemiga a Espe la Michoacana , una werita
cañón que se vino de su tierra para olvidarse de la blanca y que en la Galicia del interior
diversifico su negocio:
Baile y Bancos.
Las dos bes, que con la tercera de bonita hacían tres.
Y es que a la mex, desde que se echó a su marido en un
palenque de su tierra por andar de maricón, le valía gorro cualquier zamorano
de mierda, fuera del clan que fuera.
Por algo en Galicia le llamaban Pepa La Loba , aunque su nombre de
pila fuera Esperanza.
José Juan Aparicio 31-Agosto-2013.
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