Zapatos de
Difuntiño.
“Pues el difuntiño (muerto en gallego) era más grande que
tú”.
Decían en los tiempos de la posguerra, las malas lenguas,
cuando pretendía ofender a alguien recalcándole que la ropa era heredada.
La mala ostia gallega de toda la vida. Una forma elegante de
llamarle a uno muerto de hambre. Con cremita.
De los nueve pares de zapatos que hay en mi armario -todos
hechos polvo- cuatro son de difuntiño. Heredados de mi padre. Que pasa. Usamos
el mismo número.
Por no hablar de la otra ropa.
Es una forma como otra cualquiera de reciclaje y de ahorro,
que a mi, no me averguenza para nada. Como tampoco me remordería la conciencia
si los tuviese tan bien puestos, como para atracar un banco. Eso sí, con
sombrero tejano y pañuelo en la cara. A lo John Balan. Lo que si que me daría
coraje es que me pillaran. Y que hubiese poca lana en la sucursal.
Tons (entonces en mex, en norteño), estoy esperando con
avidez, un paquetito que me prometieron de un buen hombre que enterraron ayer.
Ya se sabe que los Reyes Magos tienen esas bromitas. Esas formas de adelantarse
a la fecha.
Y cuando abra mi regalo y me ponga mis mejores galas me iré
derechito pal baile. A probar mi encanto y la suerte heredada con todos esos
accesorios.
Por eso me gusta seguir creyendo en los Reyes.
Ojala herede pronto algo de nuestro presi. Lo haría con
gusto.
- “Hay que ver que guapo estás hoy con tus nuevos zapatos
castellanos José”.
Me dice Mari Pili en la sala de baile “Las Estrellas”, de
Villagarcia de Arousa.
- “Si cielo, los compre en la milla de oro” le contesto, con
todo el morro. Ocultando mi vergüenza por haberlos heredado de un tal Mariano
de Pontevedra.
Recién fallecido de una CRISIS aguda.
José Juan Aparicio.
4-Enero -2012.
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