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jueves, 17 de mayo de 2012

CAGAR EN PAZ. UNA HISTORIA DE CORMORANES.



CAGAR EN PAZ. UNA HISTORIA DE CORMORANES.

Voy a empezar por el final. La especie humana es la menos indicada, de todas las que existen, para hablar de plagas. Comprobado como está que es la peor plaga que ha existido nunca en este planeta Tierra que habitamos. Y además la susodicha especie (humana) esta empeñadísima en acabar con su domicilio –y el de otros- cuanto antes.
En el río Miño a la altura de Salvaterra, más concretamente al lado de la isla de La Fillaboa, venía habitando –hace varios años- una importante colonia de cormoranes. Se instalaron allí desde que llegaron, parece que no les iba mal. No le pidieron permiso a nadie, ni puta falta que les hacía, y moraban en los árboles de la orilla portuguesa. Este sitio era bueno, entre otras cosas porque la mierda que suelta la depuradora –que no depura tanto- de Salvaterra sale al ladito. Y ya se sabe que la mierda alimenta mucho y engorda bastante. Anguilas, sollas, truchas y demás pececitos que beben en el río, también comen la caquita humana y van zafando. Y los cormoranes comen los pescaitos de marras o de mierda.
Además confirmaré la anterior teoría diciendo que los parados, los precaristas y demás especies en acelerado crecimiento, engordamos mucho llevando la misma dieta: desayuno, comida y cena: mierda. Para la merienda no nos da.
Pues parece que los pescadores del río –unos tradicionales expertos en la esquilmación- van y se quejan de que esas aves pescan más que ellos y les quitan el pan. Y dale con la manía de nuestra puta especie de controlar poblaciones. En vez de controlar nuestra propia población que está apestada de energúmenos.
Bueno, pues los paseantes que gozábamos  de ver vida salvaje en el río, al lado de casa, se nos acabó el disfrute. Ya no podemos cronometrar cuanto tiempo aguanta un cormorán debajo del agua.
Los portugueses, unos hijos de puta de cuidado, cuando se ponen, o sin ponerse, se los han cargado de un plumazo –nunca mejor dicho- con cebo envenenado.
Porque, pues hay dos razones la de los pescadores y la más importante: detrás de los arbolitos donde anidaba la colonia están construyendo casas y chalets de lujo y parece ser que no les hacía gracia el guano de los bichitos.
Solución matarile. “Fodase cos corvos do carallo pa”.
Pues muy bien ahora los paseantes podemos entretenernos en contar los ñordos que salen de la depuradora al río por minuto. Y los más avezados tratar de saber si son del alcalde, de algún concejal o de alguno del PP, que como dice el mejor alumno del Maestro cagan suelto como buenos sodomitas.
Y a los pobres cormoranes sólo puedo decirles desde aquí que Galiza y menos Portugal –muy a pesar mío- no es un buen sitio para cagar en paz.
Sólo se pueden cagar en nuestros muertos los gobernantes y mangantes de turno.
Con la plena seguridad de que diremos que chove.
Aunque algunos paseantes tomamos nota, para, cuando toque zafarrancho saber por donde hay que empezar a controlar la población humana de las dos putas y hermanas orillas del río Miño.

José Juan Aparicio.

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