CETARIA(2).
No sólo a los sindicalistas les gusta el
marisco.
Rosa: Sabia eu ca puta da
Mucha nos ponía de merda hasta arriba.
De pronto una mano huesuda y
experta agarró uno de los “naranjeros” que había en el suelo, lo acerrojó,
apuntando a Teodosio dijo: “Tranquiliños todos y afloja un poco para que
respire la autoridad”. Algo de sorna sonaba en la voz de “Camiña”, el recién
llegado, un gallego con apodo portugués que pasando de milagro por allí al ver
el follón decidió –más que nada por conveniencia propia- intervenir.
Pura y puta casualidad o no.
Este tipo era el número uno del contrabando en la peligrosa barra del Miño. Un
fulano que se la jugaba a diario en la desembocadura y alrededores siempre con
tino y mano firme al timón. Empezó a vela y remo como todos y fue de los
primeros en montar un motor fuera borda en el espejo de popa de su gamela.
Su palabra era ley a ambos
lados del Miño. Todos los del negocio –autoridades incluidas- recibían cash de
aquel individuo.
“Sentarbos, callarbos y
estarbos quietos que voy a cantar muñeira y fado de una sola foda”.
Mezclaba portugués y gallego
–que es el mismo idioma- con una gracia especial. Además de experto marino y
traficante era chistoso y con mano izquierda para el personal.
Sin acero en el cuello ya el
sargento fue el primero en mentar madres: “A este hijo de puta lo meto en el
caldero para toda su perra vida”.
Una mirada acompañada con el
gesto del subfusil le bastó a Camiña para aquietar a los dos contendientes.
“Sin mentadas Basti que así
no comemos marisco hoy” dijo.
“Su puta madre” replico el
guardia.
Ahora el arma apunto
directamente al sargento avanzando el gallego un paso con lo cual el civil se
relajó notoriamente.
A ver, a ver, a ver, que me
estais dando la puta mañana, el follador, el cabrón, la puta que os parió, la
que os tiraís los dos y todas las del putero de Seixas.
Me alborotáis el gallinero
con tanto cacareo y tanta joda y eso es malisisimo para el bisnes y si se
enteran en la aduana de Tui de este mierdero de aquí nos revientan la vida un
par de añitos.
Así que respirando, comiendo
langosta, bebiendo oporto o lo que os salga de los huevos, pero esta trifulca
se queda en nada ayer porque lo digo yo y porque sí.
Además soy el que tengo el
arma y si hay que joder os reviento en un suspiro -puso la palanquita del
“aparato” en la posición de “ráfaga”- y me voy al bote yo también.
“Es que dijo Teodosio
ahora”.
“Es que pollas cabrón”.
“Os dais un besito en la
boca los dos, tu, hijo puta deja de follarte a su doña. Tu deja de irte de
putas, tu Cesáreo entierra la baraja que tu familia se muere de hambre y tán
tán”.
La artillería se la voy a
entregar a la fuerza pública en la playita de detrás del puerto ahora mismo.
Arreando pues.
Teodosio inspiro
profundamente y enfundando el puñal echo un beso con la mano al sargento. No
sabemos si quería decir hasta otra o paz y gloria.
El sargento refunfuño entre
dientes otras obscenidades y empezó a caminar hacia la playa. El homosexual de
su compañero también tiró palante y Cesáreo cotorreo: “Pelea de gallos sin
espolón”.
Al entregarle las armas
Camiña le comento al sargento con un tono que denotaba seguridad y posición
económica: “Mi sargento, mañana le enviaré un sobre, una caja de marisco y otra
de alvariño para usted y su compañero, con mis respetos por las molestias”.
“Por el buen servicio de hoy
y porque el Capitán Bernardino, Jefe de la zona del Baixo Miño es amigo mío, va
de putas con mi hijo y estoy seguro que no querría saber nada de esta
carallada”.
“Buenos días y buen
servicio”.
Se cuadro, sonrió, dio un
taconazo: “A la orden”.
A menudo en las peleas de
machos alfa brillaba el acero, corría la
sangre y se montaban chingaderas del tamaño del mundo. Pero otras veces
–afortunadamente- se imponía la diplomacia, el hambre y la moneda y los gallos
se conformaban con el cacareo y los brinquitos.
Aquella fue una de esas
ocasiones.
Pasa en los mejores
gallineros.
José Juan Aparizio.
22- Abril-2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario