AMOLDARSE.
A mucho personal le enseño su padre, su madre, la vida, la
miseria, el hambre y la desesperanza a amoldarse, a conformarse y a subsistir
subyugándose básicamente al dinero y al poder que viene a ser lo mismo.
Los metían en seminarios, en colegios de monjas, frailes,
religiosos o de sectas tipo Opus Dei. Dónde a cambio de una educación, más o
menos gratuita –para unos pobres escogidos- les ofrecían lo de siempre: Ver la
luz, el camino del triunfo, la esperanza, la fe, a condición de la obediencia, la
fidelidad ideológica y religiosa y claro, los abusos ancestrales: pederastia,
lesbianismo, abuso sexual en general, esclavismo y básicamente sumisión.
De ahí salió una legión de majaderos y majaderas con traumas
y subnormalides que aún colean por esos mundos de Dios de los cuales no logran
evadirse.
Ya de pequeñito advertí la afición de los curas por los
monaguillos y por los prolongados interrogatorios de confesionario, sobre todo
a las mujeres: “¿Explica bien qué y como hiciste con tu novio Rosita, que si
crees Dios lo perdona todo?”.
Y la carita de pasmados y julandrones que traían los que
llegaban de vacaciones, después de un curso completo en el seminario, ya con el
virgo en la cartera de los libros.
Cuando el párroco y primo de mi padre vino a preguntarle si
me metía en el seminario, le dije a mi apá que fuera él.
Con catorce años y muy bonito en aquella época –todo se echa
a perder con el tiempo- ya me imaginaba la tonada de la ranchera que cantaba
aquel santón.
Cosas de andar por casa, el clero es así.
Y la verdad es que sólo me ha ido regular en esta vida
porque no he conseguido –lo he intentado con poca fé- amoldarme en trabajos, ni
en relaciones sociales.
Esas de las que ahora hay que distanciarse.
Pero es tarde para arrepentirse.
Por eso si salgo del asunto ese del Covid que traemos entre
manos, pienso convertirme en algo más vírico que ese “Chong”.
Si Buda, Alá, Dios y Shiva me lo permiten.
Se los juro por mi Patroncita de Guadalupe, que esa sí.
Está visto y comprobado.
Para que te respeten en esta chamba, cuanto más cabrón
mejor.
José J. Aparizio.
2-Junio-2020.
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