Nómadas
La especie humana, en modo natural y en armonía con el medio
ambiente y hábitat que le corresponde ha de ser necesariamente nómada.
Más aún en el estado de plaga al que hemos llegado, igual
que la langosta, arrasar e irse.
“Irsus” que diría La Faraona.
Y es que en el formato plaga en el cual nos hemos situado
veo difícil, que podamos regresar a lo natural antes de extinguirnos como
especie – 100 años y todos calvos – y dejar este planeta convertido en un
paraíso.
Aunque se nos diera
tal posibilidad cuantos tipos quedan (cuatro aucas, cinco bosquimanos y siete
pigmeos aparte) que sepan – ahí fuera – comer, abrigarse y moverse, sin palmar
de rapidín.
Creo que ni uno.
Nada de prácticas ni escuelas, pues nada tiene que ver
bailarle a un saquito de boxeo, con intentar librarse del chalado que rompió la
botella en el bar y busca tu cuello con el trocito que le quedó en la mano.
Lo dicho, que el mundo es un lugar peligroso, pero los
taitantos millones de pendejos de los humanoides lo han hecho mucho más cabrón
en sólo unos miles de añitos.
José Juan Aparicio.
3-Mayo-2019.
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