¿TIENES P´AL SICARIO?
En lo que tardas en bajarte un mezcal la cosa se puso color
de hormiga.
Un joven con estilo “Banda Sinaloense”, pelo rapado a los
lados de la cabeza con moño de tejón en el copete, pantalón ajustado y charol
en los zapatos, no llegaba a los treinta el güey, se le alebresto a un fulano. En
medio del antro. El otro un tipo maduro, de vaquero, estilo norteño: botas
amarillas de avestruz, tejana y camisa floreada rondando los cincuenta y cacho.
Dos homínidos luchando por su habitat. Peleándose la plaza
que dicen en el norte.
Una movida de viejas para variar.
-
“Es
que mi morra diz que la baboseaste”.
-
“Mira
güey –dice el otro con calma- a tu chava ni la miré, no busco pleito, perdona y
no te agüites compadre. Conciliador, tranquilo, pero pisando firme sobre sus
botas, notándose su aplomo.
El chavo, ni modo de rajarse ante su novia y la ya animada
concurrencia.
-
“Vas
a ir a chingar a tu madre”.
Ahí el señor tostadito, bigote, alto, del norte, da un paso
hacia el joven, pero sin entrar en contacto físico y le suelta en su cara:
- “Mas vale que
tengas p´al sicario, porque huevos no tienes”.
Se lo dijo con los puños cerrados, un pie adelante y otro
atrás, afirmándose en el piso: respiración, motivación, actitud.
Aquel aprendiz de chingón no pudo contener el temblor de su
labio inferior. Mientras el color de su
cara cambiaba del color amarillento de la cera hacia un blanco intenso y para
salir del paso añadió: “Veremos fuera”, ya separándose del radio de alcance de
los brazos de su oponente. Algo de habían dicho al pavo de la pelea a puño
cerrado.
Los “Cadeneros” lo corrieron a el y a su novia en un
instante: “A la piche calle o te damos en tu madre”. Asunto resuelto.
Yo seguía en la barra con mi mezcal y se acercó el vaquero a
pedir otro tequila.
No pude evitar sonreír ligeramente, aunque no me gusta el
joterío.
-Tómese otro
ofrece.
- Gracias.
Y me lo aviento de un jalón.
- “Cuídese al
salir Don, ya sabe, a lo mejor fue a buscar a la raza”, le digo. “Yo lo dejo, por
allí hay algo de mi interés”, señalo una mesa “bien ocupada”.
-“Veo que a usted
le gusta la prieta, yo iba a bailar con la güera cuando apareció ese pendejo”.
-“Por ahí no va
ha haber drama carnal”, le digo, “pero a la salida…….” Repito, notándoseme la
intranquilidad o mejor dicho el miedo.
-“Tranqui compa,
yo tampoco tengo p´al sicario: YO SOY EL SICARIO”.
José Juan Aparicio.
23-Mayo-2017.
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