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viernes, 13 de noviembre de 2015

MODIGLIANI





MODIGLIANI

Tengo una litografía enmarcada del cuadro millonario (Nu Couche – Desnudo Acostado), desde hace mucho tiempo, de esas que regalan en suplementos de diarios. Y me ha acompañado en todas mis mudanzas desde Madrid hasta Salvatierra. A pesar de la humedad de ciertos jacales, dignos del autor del cuadro, se conserva bastante bien.
Y orita que se pone de moda el pinche lienzo resulta que me entero de que mis preferencias en cuestión de pintura hasta quedan de lo más cool.
Algunas señoras que se hacen las castas -analfabetas viscerales- me lo criticaron con fingido pudor, de ese que no tienen en cuestiones de putos, casados con plata que invitan a comida y hotel de siesta y stripers. Con pudor e ignorancia absoluta claro.
Lo de Modigliani les suena más a un tipo de pasta (fetuchini y así) de la que compran en la tienda del “Gourmet” del Corte Inglés. Luego ven en la contraportada del Faro de Vigo la foto del cuadro y su valor y ahí se dan cuentan de sus limitaciones.
Hablando de artistas, yo si queridas, he tomado burdeos en la isla de Sena, dormido en las últimas buhardillas –con baño en el pasillo- del París de la bohemia y hasta bebido a morro Don Perignon mientras mis amigos – a mi no me gustan- comían ostras, de pie, en la calle, como se hace en los bistros de la capital francesa.
Todo esto cantando y tocando por los “restos” de allí, para pagarme la baguette. Más “Clochard” imposible.
Así que cuando me acosa la ruina, el hambre, el paro y  la miseria en el fondo de mi jacal en invierno, con bolsita de agua caliente incluida para los pies, miro el cuadro y me río.
Me río y me consuelo. Me hace gracia que aquel joven con talento y genio viera recompensado su esfuerzo ya en la tumba y no  hubiera podido disfrutar de los beneficios de su genialidad.
Eso sí, se murió en “La Raya”, sin dejarse de nadie, terco y necio en sus ideas y objetivos.
Ese fue su triunfo.
Siempre que entra en mi casa un nuevo amor – no puedo evitarlo- mira el entorno (perros incluidos) con algo entre el recelo y la compasión.
Cuando esta situación –la de la entrada de visitas nuevas con sorpresa- sucede yo me río por lo bajini, pongo corridos, sirvo tequila, miento descaradamente.”Por nosotros güera”, miro al cuadro, meto aire nuevo y fresco el pecho y hago mi brindis-interior:
“Por ti Amadeo, a ver si tienes mano por ahí y me das el aventón para que yo sí me pueda volar la barda aquí abajo, que no todo sea patrimonio y talento para la posteridad”.

José Juan Aparicio.
13-Noviembre-2015.


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