Lo de los buenos y los malos esta bien para las películas. En
el mundo de a pie se suele encontrar gente mala o peor. Así mismo en la
existencia humana a veces toca escoger, no entre lo bueno y lo malo, sino entre
mierda o porquería. Cuestión de oportunidades.
“Zé Bicho”, no pertenecía tampoco al bando de los peores. Bastantes
grados más allá de estos era un auténtico “filho da puta”, que dicen los “necas”
(portugueses).
Ex “PIDE” (Policía Internacional y Defensa del Estado),
antigua policía política portuguesa, era de los que se habían pasado a España –por
si acaso- cuando La
Revolución de los Claveles en el 74. Trayendo consigo el botín
conseguido en sus años de servicio a la dictadura. Nacido en Barbeita, alto
Miño portugués, raya mojada, dónde paso su infancia, mili en Angola “tumbando
pretos” y luego policía en Oporto. Cuando lo trasladan a Lisboa sus contactos
lo recomiendan para la PIDE. Con
un expediente y trabajo “normalitos” en esa época: madrear desgraciados, extorsionar
a la “mouta” (gente) y “darle p´abajo” a los incómodos para el poder, había: “Subido
deprisa” que dicen los corridos.
En España se instaló en Las Nieves (Pontevedra), río Miño
por medio, enfrente de su aldea. Una cuestión visual y de “morriña”.
Después de los bisnes clásicos de aquella época: Traslado de
capitales ilegales de los afines a la dictadura, todo tipo de contrabando, café,
tabaco, ropa falsificada y “dólaritos”
falsos, vino el reciclaje, con poca imaginación claro: putas, droga, armas a
pequeña escala (los portugueses siempre fueron muy de pipa en la guantera del
carro) etc. Y cuando tocó la del blanqueo y legalización con apoyo del gobierno
español y tal, pues la ranchera de toda la vida, seguridad y cobro de morosos,
con sede en Vigo.
A pesar de tener piso en esta ciudad y chalet en la playa en
Nigrán a Zé le gustaba dormir la mayor parte de las noches en Las Nieves.
A su edad 78, durante el día se desplazaba a gusto por la
provincia y atendía sus ya dignas empresas. Derrochaba actividad y aún
alardeaba de lo que todos sus paisanos. Tapaba el móvil con la mano izquierda,
cuando contestaba en público después de decir el típico “Tou” y sonriendo explicaba
a la concurrencia: “E a minha querida”. Luego se apartaba para continuar la
conversa en privado.
En resumen el tópico “nenca”: pesado, fanfarrón, “trapalleiro”
y –como no- “grande fodedor”. Poco jugador y en cuestiones económicas
intransigente con lo suyo y aficionado a lo ajeno.
El orgullo, mando y abusos de su época anterior, dejo paso
con la edad a un sentido práctico dónde sólo contaban los resultados.
“Si pagas tan tarde que tus acreedores ya no se molestarán
en restituirte tu honor, ni en rectificar sus habladurías, mejor no pagues”.
Le había dicho “El Pufos”, sonriendo con una caña de cerveza
en la mano a un amigo. Tom, el que de pequeños ambos le había dejado su bici,
la primera en la que se subió nunca.
José Juan Aparicio
17-Enero-2015.
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