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viernes, 30 de enero de 2015

También las mujeres pueden (Zé Bicho 2).



También las mujeres pueden
(Zé Bicho 2).

“También las mujeres pueden.
 Y en eso no andan con cosas.
 Cuando se enojan son fieras.
 Esas caritas de rosa.
 Y con la pistola al cinto.
 Se vuelven repeligrosas”.
Corrido de los Tigres del Norte.
Es la rola que estaba sonando en el “Valle”, una disco de la frontera dónde tomaban chelas los dos amigos de Tuy, atendidos amablemente por Jenny la jefa del local, una trigueña de Popayán (Colombia), en el valle del Cauca, de ahí el nombre del local.
Después de las cervezas y para variar pidieron aguardientico, les pusieron una botellita de petaca a cada uno de “Blanco del Valle”, la patrona haciendo patria.
-        “Tu entre necas y chachos no das ni una güey y te van a dar en toditica la madre”.
-        “Ya –contesta Tom- pero es que andaba sin lana y el cabrón del Zé me propuso lo del Porsche”.
Un 911 Carrera 4S Cabriolet del año. Era de Sebas, uno de la mafia gitana “gallega”, que le debía al Zé una lana. Este pretendía quedarse con su carro, si no pagaba. Y la misión de Tom, era localizar el escondite del carro. Pues el pavo oliéndose la jugada de su carnal portugués – todo muy cortés entre compadres- había achantado la máquina, Diosito sabe dónde. Mientras tanto andaba con una van Renault.
Así que yo encuentro el buga, le suelto la sopa al portuga y este me perdona mis mil pavos.
-        “Si, pero vas a seguir haciendo “amigos” en sitios pesados y verás…………”.
-        “Bueno, tu mismo, continuó “El Pufos”, el caso es que Jenny me llamó porque también se trae algo con ese “gaxo” y esta no se anda con cosas”. “Quiere que sea yo el que me siente con el neca para la conversa, por eso de la concertina y tal”.
“Pufos” conocía a Zé porque en tiempos se codeo con los portugueses del circuito norteño de “rusga”. Tocadores de concertina (acordeón) del Norte de Portugal. Zé Bicho con el manojo de pollas que tenía por manos aporreaba el instrumento y no daba ni una nota en el sitio, pero se creía un figura.
Orita se trataba de conseguir una carambola algo complicada. Salvar a su socio de la deuda sin exponerlo demasiado en el asunto Porsche, relajar al imbécil con pipa del otro lado de la raya y convencerlo de que Jenny es mejor de amiga, que en su puta vida se la va a follar –no le gustan los viejos mierdas- y que la disco con tanto éxito no la va a vender.
Claro todo esto –algo más difícil que mediar en un secuestro Express o algo así- había que hacerlo con tacto y mucha “cremita”, para que aquel cabrón no convirtiera el último tramo del río Miño, en un mierdero de gente flotándo en la corriente boca abajo y con el cuero agujereado.
Continuará……..

José Juan Aparicio.
30-Enero-2015.



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