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viernes, 11 de julio de 2014

CENADURIA LUPITA


CENADURIA LUPITA
El paisano que se prueba sombreros vaqueros a mi lado, en el puesto del mercado, comenta que perdió su tejana el sábado en la parranda.
Un tipo de unos sesenta, que ya le empezó a regatear a la doña del puesto.
Un sierreño aventado, con lana y camioneta, al cual nadie le va a preguntar si cultiva cacao, mota u otra cosa.
El sitio donde perdió el gorro el fulano, sería fácil de encontrar, pues la parranda mexicana de manual no es, pues, muy compleja.
Taquería de tarde con comida y los primeros tragos (chelas), “Tacos el Mizteco”, “Tlayudas Pancho” o “Comida Corrida La Michoacana”.
A seguir el primer congal, ahí ya la cosa se pone más pesada y la bebida dura: mezcal, tequila y buchanan´s. Billetes de a veinte pesos en el tanga de la teibolera y primer –y último polvo- con la pro de guardia.
De ahí p´al real. (De ahí en adelante). Más de lo mismo, más puteros y nuevos tangas, invitaciones y sexo en la oreja: “Mi amor cuando me cojas te voy a llevar a la luna”, “Estoy deseando que me lo hagas rudo, mi vida”. E indicaciones de sitios, lugares y flujos, con detalles del por dónde y cómo.
Siempre sin dejar de hablar bonito, por ambas partes.
A estas alturas del partido, nuestro Casanova de Mitla, ya está enamorado al cien. Y borrachito de tequila, que dice Lila Downs.
Es el momento ideal de “sacar” a la chica del antro e invitarla a cenar, como no, en la Cenaduria Lupita, lugar mítico de los trasnochadores, puteros y parranderos de  Oaxaca. Apantallando a todo lo que da, con camioneta de escape libre y botas blancas de avestruz.
Por ahí se debió de caer el sombrero.
El resto es historia: amanecer con una cruda del quince al  volante de la troca en el aparcamiento del último bar.
Luego regreso al pueblo, chinnnnnn con pasada rápida por el mercado para sustituir la tejana.
“Ay, mi amor, le dice a su vieja al llegar – a ver si cuela- “las colitas de borrego”, se venden mejor con unas chelas de por medio”.
Con peor fortuna su mujer le mienta la madre, se la parte o lo regresa a casa de su progenitora.
Depende mucho del cariño que le profese y también de la lana que le haya sobrado de su última tomadera.

José juan Aparicio. 11-Julio-2014.



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