Sucedió hace algún tiempo, pero la cosita podría haber
pasado ayer.
En un bar normalito, de tarde, de parroquianos y chavalada,
todo mezclado. Con buen rollito. Un sitio tranqui, en principio.
En un pis-pas, se lía parda.
De repente uno de los clientes, que estaba allí bebiendo
cerveza con su novia, se gira al oír alboroto, vocerío.
En un rápido flash se hace cargo de la situación. Un pavo
con pinta de macarra, de muy cabrón, esta levantando un pie con la no muy sana
intención de pisar la cabeza de una mujer, que tendida en el suelo - mi amigo
enseguida dedujo que la había tirado el tipo – gritaba.
En un acto, que luego analizó como reflejo, el sorprendido
bebedor de birra da dos zancadas, subiendo los dos escalones que lo separan de
la escenita y se encuentra a si mismo, nunca supo como, agarrando al energúmeno
por atrás con la típica presa inmovilizadora de las películas.
Y oye por primera vez la voz del fulano:
-“Suéltame cabrón que te voy a rajar”.
Ahora es cuando recuerda que el barman, conocido, le dijo :
-”¿Dónde vas?”, al verlo subir los dos peldaños al vuelo.
Para resumir el asunto, aquel tío del bar, el sorprendido,
había evitado que le pisaran la cabeza a una señora. Prácticamente sin darse ni
cuenta. Todo muy caballero quedó luego. A la vista de los hechos.
La gente avisó a una patrulla de grises de la época, que
estaban en su Land Rover aparcados en frente, con intención de controlar a los
subversivos de una manifestación cercana.
Cuando llegó la parejita de pasmas, se llevo a la otra pareja
de la pelea a la comisaría.
Entonces el caballero de nuestra gesta soltó al que a esas
alturas ya se sabía que ejercía de rufián y
aún tuvo tiempo de oír un:
-
“Ya
nos veremos”.
Eso sí un poco más bajito, pues ya se sabe que el acero de
las esposas al contacto con la piel baja un par de tonos la escala del corrido.
Y si, se vieron, sin tener importancia la cosa, se ve que el
alcohol y la semana en el bote apaciguan los ánimos. En otro bar próximo mi
quijote vio y fue observado por el dúo del incidente. Estaban muy amarraditos
los dos, con besitos, cariños y tragos.
“Caballeroso”: el hombre que se comporta con cortesía
nobleza y amabilidad.
“Idiota”: Ignorante, persona poco inteligente, en términos
médicos retrasado mental.
Yo y mi amigo del cuento nunca supimos cual de las dos
definiciones encaja mejor en el comportamiento “caballeroso” de aquel cruzado
de los tiempos anteriores a los “maderos”.
La verdad es que en aquella época y aquellos lugares se
vivía en una “Tierra Media” de dudosa localización en el tiempo y el espacio.
Lo que posiblemente llevaba a comportamientos “raros”, que en los tiempos
actuales habría que medir mejor, pues las consecuencias de algunas acciones
serían mayores, o más graves.
Hoy un elemento conectado al futuro mediante una pantalla de
bolsillo, ante tal situación SEGURO que adoptaría un comportamiento mucho más
racional, a saber:
Pondría su celular en modo GPS. Cotejando antes de nada
posibles y diferentes vías de escape.
Luego en modo cinta métrica digital.
Y a continuación, sabiendo que la sangre de la cabeza
machacada de aquella vieja no salpicaría más allá de cuatro metros, pagaría las
cañas a cinco del incidente –margen de seguridad de un metro- y tararí que te
vi.
Una mujer para el cementerio y un chuloputas de vacaciones al trullo.
Y es que lo de caballeroso y tal lo definió muy bien Marvin
Santiago, otro asiduo de la trena, en una antigua canción de salsa llamada “La Guagua ”.
En la rola una señora protesta porque no le ceden el sitio
para sentarse en el bus:
Diciendo:”Aquí no hay caballeros”.
A lo que un hombre contesta:
-“SI HAY CABALLEROS SEÑORA,
LO QUE NO HAY SON
ASIENTOS”.
Libres se entiende.
José Juan Aparicio 18-Abril-2014.
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