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viernes, 18 de abril de 2014

LA GUAGUA




LA GUAGUA.

Sucedió hace algún tiempo, pero la cosita podría haber pasado ayer.
En un bar normalito, de tarde, de parroquianos y chavalada, todo mezclado. Con buen rollito. Un sitio tranqui, en principio.
En un pis-pas, se lía parda.
De repente uno de los clientes, que estaba allí bebiendo cerveza con su novia, se gira al oír alboroto, vocerío.
En un rápido flash se hace cargo de la situación. Un pavo con pinta de macarra, de muy cabrón, esta levantando un pie con la no muy sana intención de pisar la cabeza de una mujer, que tendida en el suelo - mi amigo enseguida dedujo que la había tirado el tipo – gritaba.
En un acto, que luego analizó como reflejo, el sorprendido bebedor de birra da dos zancadas, subiendo los dos escalones que lo separan de la escenita y se encuentra a si mismo, nunca supo como, agarrando al energúmeno por atrás con la típica presa inmovilizadora de las películas.
Y oye por primera vez la voz del fulano:
-“Suéltame cabrón que te voy a rajar”.
Ahora es cuando recuerda que el barman, conocido, le dijo :
-”¿Dónde vas?”, al verlo subir los dos peldaños al vuelo.
Para resumir el asunto, aquel tío del bar, el sorprendido, había evitado que le pisaran la cabeza a una señora. Prácticamente sin darse ni cuenta. Todo muy caballero quedó luego. A la vista de los hechos.
La gente avisó a una patrulla de grises de la época, que estaban en su Land Rover aparcados en frente, con intención de controlar a los subversivos de una manifestación cercana.
Cuando llegó la parejita de pasmas, se llevo a la otra pareja de la pelea a la comisaría.
Entonces el caballero de nuestra gesta soltó al que a esas alturas ya se sabía que ejercía de rufián y  aún tuvo tiempo de oír un:
-        “Ya nos veremos”.
Eso sí un poco más bajito, pues ya se sabe que el acero de las esposas al contacto con la piel baja un par de tonos la escala del corrido.
Y si, se vieron, sin tener importancia la cosa, se ve que el alcohol y la semana en el bote apaciguan los ánimos. En otro bar próximo mi quijote vio y fue observado por el dúo del incidente. Estaban muy amarraditos los dos, con besitos, cariños y tragos.
“Caballeroso”: el hombre que se comporta con cortesía nobleza y amabilidad.
“Idiota”: Ignorante, persona poco inteligente, en términos médicos retrasado mental.
Yo y mi amigo del cuento nunca supimos cual de las dos definiciones encaja mejor en el comportamiento “caballeroso” de aquel cruzado de los tiempos anteriores a los “maderos”.
La verdad es que en aquella época y aquellos lugares se vivía en una “Tierra Media” de dudosa localización en el tiempo y el espacio. Lo que posiblemente llevaba a comportamientos “raros”, que en los tiempos actuales habría que medir mejor, pues las consecuencias de algunas acciones serían mayores, o más graves.
Hoy un elemento conectado al futuro mediante una pantalla de bolsillo, ante tal situación SEGURO que adoptaría un comportamiento mucho más racional, a saber:
Pondría su celular en modo GPS. Cotejando antes de nada posibles y diferentes vías de escape.
Luego en modo cinta métrica digital.
Y a continuación, sabiendo que la sangre de la cabeza machacada de aquella vieja no salpicaría más allá de cuatro metros, pagaría las cañas a cinco del incidente –margen de seguridad de un metro- y tararí que te vi.
Una mujer para el cementerio y un chuloputas de vacaciones al trullo.
Y es que lo de caballeroso y tal lo definió muy bien Marvin Santiago, otro asiduo de la trena, en una antigua canción de salsa llamada “La Guagua”.
En la rola una señora protesta porque no le ceden el sitio para sentarse en el bus:
Diciendo:”Aquí no hay caballeros”.
A lo que un hombre contesta:
-“SI HAY CABALLEROS SEÑORA,
  LO QUE NO HAY SON ASIENTOS”.
Libres se entiende.

José Juan Aparicio 18-Abril-2014.


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