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miércoles, 10 de abril de 2013

UNA VARA DE EUCALIPTO




Una vara de eucalipto.

En los tiempos de Paco Medallas (Franco), la dura postguerra, la raya (frontera) tanto seca como húmeda con Portugal era un sitio dónde se sobrevivía con el contrabando, sobre todo de artículos de primera necesidad.
Allí en mi tierra y en otras, la gente se jugaba su suerte con unos kilos en la espalda, de café, bacalhao o lo que fuera.
Y no era del todo fácil, porque en aquel negocio de la miseria, sobraban buitres para despedazar a los más humildes.
Las pocas reglas, tácitas, que había no siempre se respetaban y para ser del todo sincero los guardiñas necas (portugueses) eran mas cabales que nuestra benemérita: ya lo dice su antigua consigna: “Paso corto, vista larga y mala intención”.
Los peajes, mordidas y demás eran aceptados por todos y formaban parte del juego.
Pero aquella forma de proceder de cierto grupo de guardias de la zona del “Pasaje” en el Rosal empezaba a no gustar a nadie.
Y cuando Suso, un contrabandista joven e irrespetuoso se enteró de lo de Diolinda, decidió y así lo gritó –saliéndole el aguardiente por las orejas- aquella noche en la tasca de Toño en “As Eiras”:
- “Vou reventar a eses cabrons”.
El asunto, sin salirse de lo normal en aquella época y en aquellas tierras era chungo.
Habían forzado a la chica tres guardias, con poca violencia,
pero con mucha persuasión y de propina se habían quedado con el género, para sus familias.
La cosa no hubiera pasado de ahí si  Diolinda no se hubiese encontrado en el camino, de vuelta a su casa, a Felia una comadrona con buen tino para el parto y harta lengua pal chisme.
A la vieja chismosa no se le escapo detalle y al sumar dos y dos le salieron cuatro.
Diolinda no quería problemas, menos familiares, pero ni supo ni pudo engañar a la vieja con sus excusas.
-         “Me caí en unas zarzas y perdí la mercancía, arañándome la cara”.
“Y mi padre es San Benito”, pensó la gorda, sabiendo que el producto no se abandona jamás. A no ser que haya que entregarlo a la autoridad.
El resto es conocido, el chisme voló por la frontera y como la noche tiene “ollos” na Galiza, hasta los portugas se quedaron con la copla. Y más de un guardiña dijo:
-         “Filhos da puta dos hispañois”.
Tampoco era ningún secreto que la parejita de guardia, mas el refuerzo de los días de soplo eran Benito de Benavente, Tomás de Zamora y el hijo de puta de Miro un cabrón del mismo Palencia, con una sola ceja.
Todo dios supo que aquello fue cosa de Miro y que los otros dos consintieron y algo tuvieron que ver.
Estos asuntos pasaban normalmente de largo y en silencio, un peaje más y el que lo sabía lo callaba por respeto a las familias. Y porque algún día le podía tocar a la suya.
Pero la vieja partera lió la cosa y Suso que era bueno y estaba subiendo en el negocio fronterizo había sido novio de Diolinda, aunque luego lo dejaran.
Para colmo Miro lo tenia entre su única ceja e intentaba despojarlo siempre que podía.
Se podría decir, ya lo comentaban en alto los guardias –tanto portugueses como españoles – que aquella situación perjudicaba a todos.
Después de la trompa, ya sereno, Suso era un contrabandista experto, organizado y mucho más montaraz que el gordo Miro.
Y se dio cuenta que aquella, en aquel sitio y en aquel momento, era de las que no se dejan pasar. El iba pa jefe, aquella piedrita del camino era jodida y para colmo era un asunto de honor dónde la indemnización se llama venganza.
-“Normalmente las reglas las ponéis vosotros, pero hoy me toca a mi.” Le dijo a Beni, sin mirar siquiera a Miro.
Esa noche la parejita ya estaba sola y los diez tipos de La Guardia, El Rosal y Camiña (hubo dos portugueses que se apuntaron a la fiesta) con escopetas de caza no dejaban lugar a bromas.
-“Tu sabrás lo que haces y lo que dices Beni y vamos a suponer que no participaste”. “A ti te dieron el golpe en la cabeza y no viste nada”. ¿Le dirás a tus jefes verdad?
A esas alturas del partido Miro ya estaba trincado por Joao y Ze los portugas. Que parecía relamerse.
-“¿Que quieres cabrón, primero el tiro no?”. Le susurro Suso en la oreja al palentino que ya se había meado sabiendo para que era el palo de eucalipto.
Benito fue redestinado fulminantemente para su Benavente natal. Tomás lo mismo, sólo que salió hacia Torla en el Pirineo, un sitio muy a mano.
Suso fue mucho tiempo el que partía el bacalao, desde Frieira, hasta la desembocadura del Miño.
Clemente, el padre de Diolinda fué el que apretó el gatillo y luego hasta la muerte segundo de a bordo de Suso.
Diolinda se caso Con Ze el tercer hombre.
Las noticias de la época dijeron:
“En la noche de actos el Guardia Civil Delmiro Bastos Fuente apareció empalado en una vara de eucalipto en la desembocadura del río Tamuxe. El madero entraba por el recto hasta salir por la boca. Las autoridades ya comenzaron la búsqueda de los culpables”.
La zona quedó tranquila y apta para todo tipo de negocios después de ese incidente.
Los culpables los está buscando aún el Generalísimo por las orillas del infierno.
“Respeita a nossas mulheres
 Igual que foras seu irmao
 Se non na nosa fronteira
  Che podem meter un pau”.
Así cantaba Joao o corridinho a punta de concertina.
Un Pau (palo) de eucalipto de 2.50 metros. Claro.

José Juan Aparicio 10-4-2013.





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