Una vara de
eucalipto.
En los tiempos de Paco Medallas (Franco), la dura
postguerra, la raya (frontera) tanto seca como húmeda con Portugal era un sitio
dónde se sobrevivía con el contrabando, sobre todo de artículos de primera
necesidad.
Allí en mi tierra y en otras, la gente se jugaba su suerte
con unos kilos en la espalda, de café, bacalhao o lo que fuera.
Y no era del todo fácil, porque en aquel negocio de la
miseria, sobraban buitres para despedazar a los más humildes.
Las pocas reglas, tácitas, que había no siempre se
respetaban y para ser del todo sincero los guardiñas necas (portugueses) eran
mas cabales que nuestra benemérita: ya lo dice su antigua consigna: “Paso
corto, vista larga y mala intención”.
Los peajes, mordidas y demás eran aceptados por todos y
formaban parte del juego.
Pero aquella forma de proceder de cierto grupo de guardias
de la zona del “Pasaje” en el Rosal empezaba a no gustar a nadie.
Y cuando Suso, un contrabandista joven e irrespetuoso se
enteró de lo de Diolinda, decidió y así lo gritó –saliéndole el aguardiente por
las orejas- aquella noche en la tasca de Toño en “As Eiras”:
- “Vou reventar a eses cabrons”.
El asunto, sin salirse de lo normal en aquella época y en
aquellas tierras era chungo.
Habían forzado a la chica tres guardias, con poca violencia,
pero con mucha persuasión y de propina se habían quedado con
el género, para sus familias.
La cosa no hubiera pasado de ahí si Diolinda no se hubiese encontrado en el
camino, de vuelta a su casa, a Felia una comadrona con buen tino para el parto
y harta lengua pal chisme.
A la vieja chismosa no se le escapo detalle y al sumar dos y
dos le salieron cuatro.
Diolinda no quería problemas, menos familiares, pero ni supo
ni pudo engañar a la vieja con sus excusas.
-
“Me
caí en unas zarzas y perdí la mercancía, arañándome la cara”.
“Y mi padre es San Benito”, pensó la gorda, sabiendo que el
producto no se abandona jamás. A no ser que haya que entregarlo a la autoridad.
El resto es conocido, el chisme voló por la frontera y como
la noche tiene “ollos” na Galiza, hasta los portugas se quedaron con la copla.
Y más de un guardiña dijo:
-
“Filhos
da puta dos hispañois”.
Tampoco era ningún secreto que la parejita de guardia, mas
el refuerzo de los días de soplo eran Benito de Benavente, Tomás de Zamora y el
hijo de puta de Miro un cabrón del mismo Palencia, con una sola ceja.
Todo dios supo que aquello fue cosa de Miro y que los otros
dos consintieron y algo tuvieron que ver.
Estos asuntos pasaban normalmente de largo y en silencio, un
peaje más y el que lo sabía lo callaba por respeto a las familias. Y porque
algún día le podía tocar a la suya.
Pero la vieja partera lió la cosa y Suso que era bueno y
estaba subiendo en el negocio fronterizo había sido novio de Diolinda, aunque
luego lo dejaran.
Para colmo Miro lo tenia entre su única ceja e intentaba
despojarlo siempre que podía.
Se podría decir, ya lo comentaban en alto los guardias
–tanto portugueses como españoles – que aquella situación perjudicaba a todos.
Después de la trompa, ya sereno, Suso era un contrabandista
experto, organizado y mucho más montaraz que el gordo Miro.
Y se dio cuenta que aquella, en aquel sitio y en aquel
momento, era de las que no se dejan pasar. El iba pa jefe, aquella piedrita del
camino era jodida y para colmo era un asunto de honor dónde la indemnización se
llama venganza.
-“Normalmente las reglas las ponéis vosotros, pero hoy me
toca a mi.” Le dijo a Beni, sin mirar siquiera a Miro.
Esa noche la parejita ya estaba sola y los diez tipos de La Guardia , El Rosal y Camiña
(hubo dos portugueses que se apuntaron a la fiesta) con escopetas de caza no
dejaban lugar a bromas.
-“Tu sabrás lo que haces y lo que dices Beni y vamos a
suponer que no participaste”. “A ti te dieron el golpe en la cabeza y no viste
nada”. ¿Le dirás a tus jefes verdad?
A esas alturas del partido Miro ya estaba trincado por Joao
y Ze los portugas. Que parecía relamerse.
-“¿Que quieres cabrón, primero el tiro no?”. Le susurro Suso
en la oreja al palentino que ya se había meado sabiendo para que era el palo de
eucalipto.
Benito fue redestinado fulminantemente para su Benavente
natal. Tomás lo mismo, sólo que salió hacia Torla en el Pirineo, un sitio muy a
mano.
Suso fue mucho tiempo el que partía el bacalao, desde
Frieira, hasta la desembocadura del Miño.
Clemente, el padre de Diolinda fué el que apretó el gatillo
y luego hasta la muerte segundo de a bordo de Suso.
Diolinda se caso Con Ze el tercer hombre.
Las noticias de la época dijeron:
“En la noche de actos el Guardia Civil Delmiro Bastos Fuente
apareció empalado en una vara de eucalipto en la desembocadura del río Tamuxe.
El madero entraba por el recto hasta salir por la boca. Las autoridades ya
comenzaron la búsqueda de los culpables”.
La zona quedó tranquila y apta para todo tipo de negocios
después de ese incidente.
Los culpables los está buscando aún el Generalísimo por las
orillas del infierno.
“Respeita a nossas mulheres
Igual que foras seu
irmao
Se non na nosa
fronteira
Che podem meter un
pau”.
Así cantaba Joao o corridinho a punta de concertina.
Un Pau (palo) de eucalipto de 2.50 metros . Claro.
José Juan Aparicio 10-4-2013.
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