Los
Dioses del Mezcal.
Como bebida espirituosa tiene esa parte astral de peligro
inherente a su propia idiosincrasia.
Por eso, aunque su efecto más beneficioso, pretendido y
común es el de al amansar conciencias,
pacificar egos y alegrando físico y alma llevar al bienestar, no conviene
olvidar dos cosas fundamentales en su administración, que requiere un trato
personalizado:
1-
Las
dosis.
2-
El
carácter o personalidad del bebedor.
“Diosito ni concede antojos, ni endereza jorobados”.
Místico, afrodisíaco, mágico, bueno para el desamor y la
soledad, es también buena compañía
cuando la compañía es buena.
Pero a los Dioses del mezcal a cuya cabeza está Quetzacoalt
les desagrada profundamente que los pendejos y los ardidos, dos “cualidades”
que a menudo caminan de la mano pretendan “enfocar” sus desventuras y tarugadas
a través de la copa de mezcal.
En ese caso las divinidades del agave se emputan.
“De tomar sin devoción
Y con veneno en el alma
Se murió Pedro Tamales
Con mezcal hasta la
cejas.
Tus tretas son muy pendejas
Tiene razón Morales
Mejor tómalo con calma
No te hagas el chingón.
Los plomazos van parejos
No respetan religión
Y al que no bebe derecho
Lo tuercen sin compasión”.
Corrido de Pedro Tamales.
José J. Aparizio 2020.
A mí, el que firma el corrido de arriba, con el acordeón en
el pecho y la banda detrás antes de empezar una tocada me preguntó en Mex
(Monterrey), el carnal que estaba presentando mi grupo:
¿Y a ti, de España, porque lo de la música norteña y lo de
venirte a México?
Sin haber tocado una nota y ni siquiera abrir mi acordeón me
acerco al micro con un vaso de mezcal en la mano, hago el gesto de brindarles
al público, me lo tomo del jalón y contesto:
Fundamentalmente por 3 razones: La música méxicana, el
mezcal y las mujeres.
En mi puta vida me aplaudieron tanto, sin haber empezado a
tocar siquiera.
Pero dejando aparte a los que tienen mal vino, que son
bastantes y repito el mezcal no les va a perdonar, podemos concluir en lo de
siempre:
“PARA TODO MAL MEZCAL”.
José Juan Aparizio.
14-Agosto-2020.
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