UNA
CASITA MONA
De los de: “Mi casa está debajo de mi sombrero”, quedamos
pocos y estamos mal vistos.
Mis gustos en cuestión de lujos de “casa” y “caja” –que a
veces es lo mismo- son simples y coincidentes. Cualquier tipo de caja o envase
dónde quepan unos cuantos de “los grandes” y la otra “casa-caja” un carro con
ruedas, hay uno (no una furgo de esas hippys, que me aburren) que se le estiran
los asientos y se hacen cama –el nuevo Suzuki Jimny- puestos a pedir con un o
una chofer ocasional, para que cuando me quiera poner a tomar no me chinguen
los de tráfico o la vialidad.
Pero quitándome a mí y a otros tres todo el mundo desea
tener una preciosa casita de muñecas de su propiedad, fundamentalmente por tres
razones:
1-
Se
sienten confortables con la posesión y la localización geográfica de un
“hogar”. Todos ponen la ubicación en su cel, con lo bien que se está perdido e
ilocalizable.
La noche que mejor dormí
últimamente, fue la que pasé en un hotel –en el culo del mundo- dónde sólo yo,
Dios y la recepcionista sabíamos que estaba ahí, con el movil apagado hasta el
mediodía siguiente.
2-
Quieren
impresionar con el nido a posibles
pájaros-pájaras.
3-
Relacionan
la vivienda con el poder económico. Un error garrafal que puede costar la vida.
Resumiendo que “Una casita mona” forma parte de ese conjunto
de adornos que un individuo de hoy en día debe llevar visibles para procurarse
éxito en la vida.
Te van a mirar primero el carro, después la billetera por la
zona dónde va la “American Express” y después el chalet.
Así como de pasada preguntaran si tienes hijos –esos joden
mucho- para rápidamente valorar si el acostón es urgente (ayer, para no perder
la presa) o puede demorarse según avanza la investigación-inversión.
Lo de decir en ese momento: “Todavía no soy millonario, pero
estoy en ello”, ya suena a timo viejuno y puede mandar todo al garete.
Así que se lo dejo de tarea para que los/las seductores/as,
seducidos o tarugos en general decidan o no utilizar ese viejo comodín según su
criterio.
¿Sueños de seducción?
¿O pesadillas?
José Juan Aparicio.
1-Agosto-2020.
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